A Simón Rodríguez no se le ha dado la importancia profunda que como educado se merece, la visión de las clases dominantes ha sido solo etiquetarlo como el "Maestro del Libertador", nuestros educadores no lo estudian en su pensamiento liberador y solo se le recuerda como una efemérides. Desde que fue desterrado Bolívar por acción de la Cosiata, también fue desterrado en su pensamiento profundo Rodríguez, pero la historia tiene sus reveses y dos siglos después su propuesta educativa ha resurgido con tanta vigencia que se sigue haciendo cada día más uno de los maestros de América libertaria y revolucionaria.
Algo de su Vida
Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769 y es reconocido principalmente por ser el tutor del Libertador Simón Bolívar, luego de que el Cabildo de Caracas le ofreciera un puesto en la Escuela de Lectura y Escritura para Niños.
Para ese entonces, el maestro Rodríguez contaba apenas con 21 años de edad.
Rodríguez fue autor de tres libros fundamentales: Sociedades Americanas, El Libertador del Mediodía de América y Luces y Virtudes Sociales.
Con 27 años de edad, fue forzado a exiliarse tras comprobarse su participación en la Conspiración de Gual y España. Este hecho ocurrió en el año 1797.
Simón Rodríguez se exilió en Jamaica donde cambió su nombre a Samuel Robinson. En 1804, casi 10 años después de ser su maestro, vuelve a encontrarse con Simón Bolívar, en esta oportunidad en París. Además, fue testigo del juramento que hizo el Libertador en el Monte Sacro de Roma, donde juró que emanciparía a América del yugo español.
Primeros años
Simón Rodríguez nació, en Caracas el 28 de octubre de 1769. Este párvulo expósito tuvo por nombre Simón Narciso de Jesús, de lo que se corrige su fecha de nacimiento, si se considera que el 28 de octubre es el día de san Simón Apóstol y el 29, el día de san Narciso de Jerusalén. Se asume, pues, que de acuerdo a la tradición de nombrar a los expósitos según el santoral, Simón Rodríguez nació la noche del 28 al 29 de octubre de 1769.
Tuvo por padre a un clérigo nombrado Carreño, cuyo apellido llevó don Simón por algún tiempo; pero que cambió después por el de Rodríguez. [...] Don Simón no fue hijo único; tuvo un hermano, llamado Cayetano, que de afición llegó a ser el mejor músico de Venezuela.
Amunátegui, quien fuera el primer biógrafo de Simón Rodríguez, probablemente se haya basado en el testimonio de Andrés Bello, a quien conoció en Santiago de Chile. Y es que Andrés Bello y Simón Rodríguez habían sido vecinos en Caracas, habitando ambos en casas del Callejón de la Merced, frente a la iglesia del mismo nombre. Andrés Bello se crio en la casa de su abuelo, el gran pintor Juan Pedro López; Simón y Cayetano vivieron en la casa del sacerdote Alejandro Carreño.
Arturo Uslar Pietri y más recientemente Rafael Fernández Heres han rechazado la idea de que Simón Rodríguez haya sido hijo natural de un sacerdote católico.
Sin embargo, la tradición ha dado por cierto que Simón Rodríguez y Cayetano Carreño fueron hijos naturales del sacerdote Alejandro Carreño y Rosalía Rodríguez, y así lo recogen tanto Arístides Rojas ―quien afirma haber recibido sus datos del último hijo sobreviviente de Cayetano Carreño (también llamado Cayetano), sobrino de Simón Rodríguez―como Ramón de la Plaza. Sea como fuere, el hecho es que Simón y Cayetano se criaron juntos, y fueron conocidos en Caracas como «los hermanos Carreño».
Cotejando los censos de la parroquia de la parroquia Altagracia es posible arrojar luz sobre la crianza de Simón Rodríguez. En las matrículas de los años 1774, 1775 y 1776 aparecen los párvulos expósitos Simón y Cayetano, registrados en casa de Rosalía Rodríguez, viuda, quien era hija de un propietario de haciendas y ganaderías en los llanos del Guárico, descendiente de canarios. No es descabellado suponer que hacia 1780 ―luego del matrimonio de Rosalía Rodríguez con Ignacio Abay― los niños Simón y Cayetano hayan tenido que cambiar de hogar. Y en efecto, la matrícula de 1790 de la parroquia de Altagracia registra a los jóvenes en casa del sacerdote Alejandro Carreño. En 1791, luego de la muerte de Alejandro Carreño, los hermanos quedaron bajo la tutela de su tío materno, el sacerdote Juan Rafael Rodríguez, canónigo doctoral de la catedral y hermano de Rosalía Rodríguez. Simón y Cayetano ocuparon una casa en la «calle segunda de norte a sur... cuadra de Nuestra Señora de la Salud» (hoy esquinas de Ibarras a Madrices), casa en la que probablemente vivieron juntos hasta el casamiento de Cayetano en 1794.
Maestro
En mayo de 1791 ―cuando ya tenía 21 años― el Cabildo de Caracas le dio un puesto como profesor en la Escuela de Lectura y Escritura para Niños. En esta escuela tuvo la oportunidad de ser el tutor del futuro libertador Simón Bolívar.
El tutor de Bolívar, Carlos Palacios y Blanco, decidió enviar a Bolívar a vivir con Simón Rodríguez porque no podía atenderlo personalmente. Ante la perspectiva de vivir con Rodríguez, el 23 de julio de 1795 Bolívar escapó de la casa de su tío Carlos para refugiarse en la casa de su hermana María Antonia, quien ejerció su custodia temporal, hasta que la Real Audiencia de Caracas resolvió el litigio judicial y devolvió a Carlos Palacios la custodia de Bolívar. Este trató de resistirse pero fue sacado por la fuerza de casa de su hermana y llevado en volandas por un esclavo hasta la humilde casa de Rodríguez. Bolívar tuvo que compartir el espacio con otros veinte niños en una casa no apta para ello, y por ello escapó de allí un par de veces, en las que terminó volviendo por orden de los tribunales. En 1794, Simón Rodríguez presentó un escrito crítico, Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. Fuertemente influenciado por el Emilio de Jean-Jacques Rousseau, Simón Rodríguez desarrolló una revolucionaria concepción de lo que debía ser el modelo educativo de las naciones americanas. En 1824, el mismo Bolívar ―en carta al general Santander― decía que su maestro «enseñaba divirtiendo». Este espíritu que intentaba romper con las rígidas costumbres educativas del colonialismo español se reflejaría en toda la obra y el pensamiento de Simón Rodríguez.
El Educador de América:
El ser humano en su educación, siempre está expuesto y sujeto a condicionantes internas y externas, formales y extra formales, a transposición de pensamientos, concepciones, métodos e incluso técnicas, sujetas a paradigmas que no son producto de sus propios procesos y cuya universalización ha surgido e impuesta por la fuerza de los centros en los que se han originado, es decir sujetos a la intencionalidad de otros agentes que planifican su educación desde lo lejano, desde lo extraño, con transposición, ciencia prestada al igual que de técnicas, métodos y hasta instrumento, tal transposición ha llevado a sustituir, obviar o ignorar sus propios valores y baluartes.
La concepción holística del ser humano en desarrollo exige la articulación y continuidad pedagógica, la cual debe permitir el fortalecimiento de cada educando como persona, el conocimiento de sus propias capacidades y competencias, su formación dentro del concepto de progresividad por periodos de vida, que considera lo antrópico, social, cultural y geohistórico. El proceso educativo debe estar estrechamente vinculado al traba"o a fin de armonizar educación con las actividades productivas propias del desarrollo social, local, regional y nacional como lo establecen las ideas pedagógicas de Simón RodríguezPero si enfocamos la educación desde una concepción humana, integral como la visualizaba Simón Rodríguez con sus ideas innovadoras el cual observaba el proceso educativo, con un cabal concepto del significado del traba"o, de la igualdad y justicia y no como una mera transmisión de conocimientos deberíamos tener gente al final del proceso que puedan crear un modelo de equilibrio social a favor del colectivo.
“No hay interés donde no se estribé el fin de la acción. Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa. Llamar, captar y fijar la atención, son las tres partes del arte de enseñar.”
IDEAS Y PENSAMIENTOS DE SIMÓN RODRÍGUEZ
Rodríguez quería que la educación, en Venezuela y América, se impartiera con calidad, en torno al desarrollo personal de los individuos, su capacidad de comprender y analizar la sociedad en la que viven, su desarrollo humano y personal en el contexto del desarrollo social y comunitario inspirado en principios y valores como la igualdad, la equidad, libertad, emancipación social y humana. Una educación que permita a cada uno desarrollar a plenitud sus talentos y construirse como persona y ciudadano solidario y productivo. Que le enseñe a ser, a convivir, a aprender y a trabajar. En fin, una educación que le enseñe a cada individuo crecer y desarrollarse como persona y a preocuparse por su entorno social, que le enseñe los valores y principios de su sociedad. Formar individuos que enfrenten al mundo valiéndose de sus destrezas y habilidades. Formar personas pensantes que no se valgan solo de la memoria y por ultimo que se les enseñe a trabajar y a valorar su trabajo. Y con estas bases se contrita una genuina Educación de Calidad.
Bases para una Educación de Calidad.
1.- Educación para formar personas y auténticos ciudadanos.
2.- Educación que enseñe a aprender
3.- Educación que enseñe a trabajar y a valorar el trabajo y al trabajador.
1.- Esta primera dimensión está orientada a formar y educar para formar persona y auténticos ciudadanos
Con una educación en los valores de la convivencia, Rodríguez estaba convencido de que era urgente emprender un proyecto educativo diferente que, pues bajo retórica e principios y proclamas, seguía intacta la vieja estructura de servidumbre. La independencia no había desmantelado el viejo orden colonial, para ser eficaz este proyecto educativo tenía que ser propio, original, hecho en la propia entraña americana.
El fin primordial de la educación es formar ciudadanos y es por eso que todos deben tener acceso a ella, ya que, como decía Rodríguez "sin educación popular no habrá verdadera sociedad…". Esta educación debe estar vinculada a la solidaridad que se expresa en las múltiples y pequeñas dimensiones del vivir y convivir diario.
Para tener personas y auténticos ciudadanos, debemos superar la pobreza y profundizar la democracia, y esto requiere de un proceso simultáneo.
La democracia se puede construir dependiendo de nuestra actitud, de nuestra voluntad, de nuestra voluntad de cooperación, de nuestro respeto, de nuestra responsabilidad, de nuestra solidaridad. Podemos hacer una escuela y una universidad diferente, de docentes, de administrativos, de representantes y comunidad que tengan en su horizonte los intereses de la mayoría y la construcción y vivencia de la genuina democracia.
2.- La segunda dimensión de una educación de calidad es ENSEÑAR A APRENDER.
Educar no es transmitir paquetes de información para que los alumnos memoricen, sino provocar las ganas e aprender, hacer que los alumnos sientan interés de aprender y que sean capaces de comprender analizar la información que necesitan. De nada sirve llenarlos de informaciones inútiles que no vayan a se capaces de comprender y que solo les sirva para memorizar, ya que no queremos convertirlos en máquinas memorizadotas de conceptos, términos y palabras que con frecuencia ni siquiera entienden, sino convertirlos en seres que tengan la capacidad y la habilidad de buscar, comprender y analizar la información y la puedan devolver en forma personal y coherente. Esto supone desarrollo de las destrezas básicas: lectura, escritura, expresión oral, escucha, informática, observación, estimación, cálculo,pensamiento, ubicación en el espacio y en el tiempo, es decir destrezas lingüísticas, matemáticas, tecnológicas y científicas, tales destrezas los ayudaran a aprender dentro y fuera del sistema educativo.
3.- La EDUCACIÓN QUE ENSEÑE TRABAJAR Y A VALORAR EL TRABAJO Y AL TRABAJADOR
Era la tercera dimensión que con mayor esfuerzo quería impulsar Rodríguez y quizás la que le trajo más problemas y dificultades, por parte de la sociedad, ya que no estaban dispuestos a enviar a sus hijos a escuelas donde se le ponía a trabajar, de ahí gran parte de los fracasos de Rodríguez, que nunca renunció a su propuesta educativa, de unir la instrucción académica con el aprendizaje de oficios mecánicos y agrícolas, es decir la creación de escuelas-talleres. Toda su vida fue promotor de unir la escuela y el trabajo. Por ello cuando regresa a América en 1823, establece una escuela en Bogotá (Colombia) donde los estudiantes además de formarse intelectualmente y aprender a vivir en sociedad, debían aprender un oficio mecánico, pero la aristocracia de la capital neogranadina no estaba preparada para aceptar las ideas sobre la educación que busca introducir al trabajo. Escandaloso le debió resultar el nombre de "Casa de Industria Pública", en vez de escuela o colegio. Así el proyecto fracasa, como también el que emprendió en Chiquisaca años más tarde.
Rodríguez insistió con renovada pasión en la necesidad de una educación práctica, útil, que remedie necesidades concretas, en conclusión una educación de calidad.
Su participación en la Conspiración de Gual y España, descubierta en julio de 1797, en contra de la corona española lo obligó a renunciar a su cargo de maestro y huir del territorio venezolano, con 27 años.
En 1797, en la villa de Kingston (en la isla de Jamaica), cambió su nombre a Samuel Robinsón. Después de permanecer algunos años en los Estados Unidos, en 1801 viajó a Francia. En 1804, con 34 años, se encontró en París con Simón Bolívar (21 años), de quien había sido maestro poco más de diez años antes.
El año anterior (1803) Bolívar había viajado a Europa desolado porque el 22 de enero de 1803 había fallecido en Caracas su esposa madrileña, con la que estuvo casado apenas unos meses.
Al año siguiente (1805) viajaron juntos a Italia. En Milán fueron testigos presenciales de la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia y de Roma. El 15 de agosto de 1805, Rodríguez fue testigo del famoso juramento de Bolívar sobre el monte Sacro (en Roma), en donde se comprometió a liberar a toda América de la corona española.1 Simón Rodríguez lo registró para la Historia. Bolívar regresó a Venezuela al año siguiente (1806).
Entre 1806 y 1823, mientras se libraba gran parte de la Guerra de Independencia en su natal Venezuela, Rodríguez vivió en Italia, Alemania, Rusia, Prusia y Países Bajos. Luego daría su opinión sobre este periodo de tiempo diciendo:
Permanecí en Europa por más de veinte años; trabajé en un laboratorio de química industrial […]; concurrí a juntas secretas de carácter socialista […]. Estudié un poco de literatura, aprendí lenguas y regenté una escuela de primeras letras en un pueblecito de Rusia.Simón Rodríguez2
Regresa a América en 1823, usando el nombre de Simón Rodríguez nuevamente. En 1824 establece en Colombia la primera «escuela-taller». Atiende al llamado hecho por Bolívar desde el Perú, y es nombrado «Director de la Educación Pública, Ciencias, Artes Físicas y Matemáticas» y «Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas» de Bolivia.
En 1826, establece una segunda escuela-taller como parte del proyecto para toda Bolivia. Pero el Mariscal Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia desde octubre de 1826, no tenía una buena relación con él, por lo que Rodríguez dimitió el mismo año, trabajando el resto de su vida como educador y escritor, viviendo alternadamente entre Perú, Chile y Ecuador. Muy importante es su trabajo titulado Sociedades Americanas, dividido en varias ediciones publicadas en Arequipa (1828), Concepción (1834), Valparaíso (1838), y Lima (1842). El texto insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, idea que sintetiza su frase:
La América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y otro. O inventamos, o erramos.3
Otra obra importante fue El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas (de 1830), un alegato sobre la lucha social que emprendía Bolívar en esa época.
Años de lucha
En los años finales de su vida dio clases en varios colegios de Quito y Guayaquil (Ecuador); debido a un incendio que azotó esta ciudad, gran parte de su obra quedó hecha cenizas.4
En 1853 emprendió su último viaje rumbo a Lima (Perú) al lado de su hijo José, y de Camilo Gómez, un compañero de este, en Paita mantuvo contacto con la heroína sudamericana Manuela Sáenz quien también se encontraba exiliada allí. La muerte lo sorprendió el 28 de febrero de 1854, con 84 años, en el caserío de Amotape, a orillas del río Chira.5 Fue asistido por Camilo Gómez.
El Panteón Nacional fue inaugurado el 28 Octubre de 1875 bajo el mandato presidencial de Antonio Guzmán Blanco. Lugar de honor y resguardo de los restos de heroínas y héroes de la patria. En 1954, se trasladaron allí los restos del maestro Simón Rodríguez.
Notas:
1. Grigulévich, Iósif (1988): Luchadores por la libertad de América Latina (pág. 90). Moscú.
2. Rumazo González, A. (2005). Simón Rodríguez, maestro de América. Caracas: Biblioteca Ayacucho. pp. 85-86.
3. Rumazo González, A. (2005): Simón Rodríguez, maestro de América (pág. 237). Caracas: Biblioteca Ayacucho, 2005.
4. Morales, Fabio (2005): "Cronología de Simón Rodríguez". Citado por Rafael Ramón Castellanos en: Simón Rodríguez. pensador universal y pulpero de Azángaro (pág. 17). Caracas (Venezuela): Fogade, 2005.
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