miércoles, 14 de mayo de 2014

Hablemos de las Drogas

 

 

Evitar hablar de drogas o convertirlas en un tema tabú no las elimina ni reduce las probabilidades de que chicos y chicas tengan que enfrentarse a ellas en algún momento de su vida.

 


Las drogas pueden modificar el pensamiento, la conducta y, a la larga, el modo de ser de las persona que la introduce en su organismo. El cerebro es una de les partes más complejas y delicadas del cuerpo y de él dependen los sentimientos, la forma de pensar, nuestro mundo interior y la capacidad de relacionarnos con otras personas. Las drogas inciden en él de manera directa e interfieren en sus mecanismos de funcionamiento.

Las drogas afectan al desarrollo educativo, la vida familiar y la relación con nuestro entorno


Para los adolescentes, tomar drogas es muy peligroso. Cuando el cerebro se acostumbra a funcionar bajo los efectos de una determinada sustancia, la persona termina desarrollando una dependencia que no le permite vivir libremente su vida.

Las consecuencias del consumo de drogas no son solamente sanitarias.


¿Podemos transmitir en la familia pautas que faciliten el inicio en el consumo de drogas?

Existen consumos de determinadas sustancias que por su carácter legal están muy extendidos en nuestra sociedad, siendo muy comunes, también, encontrarlos en el entorno familiar.

Nos referimos a los consumos de tabaco, alcohol y psicofármacos. Consumos que precisamente porque socialmente tienen una aceptación y un reconocimiento diferente al de otras sustancias, su consumo es también admitido en el ámbito familiar de forma habitual, incluso delante de los hijos.

La familia, por su carácter educativo antes reconocido, tiene una responsabilidad en estos temas, y los padres deben tomar conciencia de que con estos comportamientos posibilitan un modelo de imitación y un aprendizaje en las pautas de inicio en el consumo de drogas.

No estamos diciendo que haya que eliminar completamente el consumo de drogas legales en la familia, ya que estamos sujetos a patrones de uso ya establecidos. Se trata, más bien, de analizar estas situaciones y ejercer algún control sobre ellas (oferta de sustancias a los pequeños, consumos abusivos de drogas legales, frecuencia y cantidad de uso de alcohol en las celebraciones familiares…).

El fenómeno social de las drogodependencias

En los distintos momentos y culturas de la historia las drogas han tenido
su papel; su aceptación es convencional y cultural. El alcohol,
ampliamente aceptado en la sociedad occidental, es condenado y
prohibido en las culturas musulmanas donde, por el contrario, se suele
tolerar el consumo de marihuana.

Inevitablemente cada sociedad desarrolla unas reglas y normas para el
consumo de drogas, de definen los usos y conductas que son
aceptables, las sustancias que son moderadamente permitidas, qué
drogas se pueden auto-administrar, cuáles se toman bajo control médico
y cuáles están completamente prohibidas. De ahí que se hable de las
drogas como un fenómeno social.

Cómo debemos actuar ante un posible consumo


El consumo de drogas entre los adolescentes responde a distintos factores: el afán de descubrimiento, la transgresión de las normas, la necesidad de demostrar la propia personalidad, una estética o el sentimiento de formar parte de un grupo. Los padres debemos procurar que nuestros hijos desarrollen un pensamiento crítico en torno a las drogas y que aprendan a divertirse y relacionarse sin recurrir a ellas.

Primero, saber por qué


Si a pesar de todo, sospechamos que nuestro hijo ha consumido o consume drogas, lo primero que debemos hacer es hablar con él para conocer las razones que lo han llevado a tomarlas, y de qué tipo de consumo se trata, si ha sido solo un hecho puntual y cómo valora los riesgos que conlleva su actuación. Comprobar, al menos, que conoce las precauciones que debería tomar siempre, y aquello que debería evitar a cualquier precio si experimenta. Una mala experiencia puede ser positiva si saben sacar conclusiones de la misma.

Segundo, que no cunda el pánico


Tenemos que hablar del tema relajadamente y sin dejarnos llevar por la urgencia, la rabia o la angustia. Es mejor dejar pasar el primer momento de mayor alteración y crear un clima de verdadero diálogo, sin "víctimas" ni "culpables". Haciendo de detective o persiguiendo a nuestro hijo solo vamos a conseguir que se distancie de nosotros.


Tercero, consultar y contrastar opiniones


Debemos procurar no alarmarnos injustificadamente. La ayuda de un profesional o una persona de referencia puede facilitarnos el valorar de forma más efectiva su consumo y determinar las pautas que deben seguirse ante las distintas situaciones.


Las drogas como fenómeno social

No podemos hablar del problema de las drogas en nuestro país hasta finales de los sesenta o principios de los setenta. Con anterioridad, existía el uso de drogas, pero no es hasta 1967, aproximadamente, cuando encontramos en los diarios españoles las primeras señales de alarma social. Se crea la inquietud social y su respuesta burocrático-represiva.

Las actuaciones frente al problema de las drogas han participado de modelos de intervención tradicionales, aquellos que están más atentos a aspectos sanitarios inmediatos o a las medidas penales, siendo manifiesto el fracaso y la frustración por los resultados de los políticos sobre las drogas de décadas pasadas.

VEGA FUENTE, A. (coord.). (2002).
Drogas: Qué política para qué prevención.
Tercera prensa. San Sebastián.

¿Cómo hablamos de drogas si no tenemos información?

La primera tarea de los padres será estar informados sobre las drogas y sus consumos, sin que esto signifique que deban ser especialistas en la materia.

Pero la información debe cumplir unas exigencias para asegurar que tenga un carácter preventivo: debe ser OBJETIVA, VERAZ y REALISTA. Al hablar sobre sustancias no se deben dramatizar los efectos de las mismas. El “recurso al miedo” no solo no es eficaz, sino que en ocasiones resulta contrapreventivo. Tampoco es conveniente banalizar los consumos o ciertas formas de los mismos.

En ocasiones nuestros hijos tendrán más información que nosotros sobre determinados aspectos referidos a estos temas. Ellos esperan un interlocutor válido, informado, que represente una cierta autoridad en el tema, no solo por ser su padre o madre, también por el nivel de conocimiento que posea sobre la materia. Si se ofrecen mensajes o datos no contrastados, basados únicamente en opiniones, se perderá la capacidad de representar credibilidad ante ellos. Si damos una opinión debemos exponerla como tal, no como un dato contrastado.

Para todo ello no es necesario que los padres se conviertan en expertos, cuentan con la ayuda de profesionales que prestan su apoyo y asesoramiento.


Hay que valorar cuál es la conducta de nuestro hijo, qué cosas le interesan y cómo se relaciona con sus amigos.


Diez preguntas para empezar la conversación con los hijos

Estas son algunas propuestas para entablar una conversación de manera natural con hijos adolescentes. Aun así, hay muchas más formas de hacerlo y lo mejor es buscar la forma apropiada para cada caso.
  1. ¿Cuando sales, te ofrecen drogas? ¿Quién te las ofrece?
  2. Por televisión han dicho que cada vez hay más chicos y chicas que fuman al salir de clase. ¿En tu escuela también? ¿Qué te parece?
  3. Otra vez anuncios de accidentes de coche a causa del alcohol. A mí me preocupa cuando sales de noche... ¿Lo tenéis en cuenta?
  4. Muchas veces las noticias que tratan de los jóvenes se relacionan con las drogas, el botellón...¡Pero la juventud son muchas más cosas! ¿Tú qué dices?
  5. ¿Crees que hay personas a las que no les afectan las drogas?
  6. (A raíz de una noticia o de un programa de televisión) Con tus amigos del instituto, ¿habláis de drogas?, ¿Os han dado alguna charla últimamente?
  7. ¿Tienes amigos que ya fuman? Empiezas a probar porque queda bien y después...
  8. Realmente la ley del tabaco está bien. Al menos las personas que no fuman no tienen que tragarse el humo de los demás. ¿Tú qué opinas?
  9. El otro día salimos por la noche con tu padre y vimos a mucha gente "pasada de vueltas". ¿Cuando vosotros salís también hay ese ambiente?
  10. Cuando todos tus amigos están de acuerdo en hacer algo y a ti no te apetece, ¿qué haces?


¿Qué podemos hacer?

La labor de los padres pasa por la comunicación, la confianza y la disposición para acompañarlos en su camino hacia la autonomía y la responsabilidad.
No siempre los padres podemos evitar que los adolescentes prueben las drogas, ya sea por ganas de experimentar o por la influencia del grupo. Nuestro apoyo puede proporcionarles recursos para resistir mejor la presión del entorno.

Debemos procurar

  • Evitar las actitudes autoritarias
  • Observar los pequeños detalles
  • Dejar caer información, ideas y opiniones
  • Ser exigentes con nuestros hijos
  • Transmitir normas y límites
  • Reconocer su capacidad para tomar decisiones
  • Respetar su intimidad
  • Ser coherentes

No hay que esperar a la adolescencia. Mientras los hijos son preadolescentes es más fácil introducir consejos y explicaciones sobre las drogas. El aprendizaje de los valores debe ser progresivo.

 

¡Nuestro hijo ya es joven en desarrollo!

Para los padres los hijos siempre son pequeños. Casi con sorpresa descubrimos que su mundo ha cambiado: ven las cosas de otra forma, se relacionan de forma diferente con los demás jóvenes de su misma edad y con los adultos.

En busca de experiencias y felicidad

Los chicos y chicas de hoy entienden la adolescencia como una época para gozar de la vida y ser felices. La necesidad de experimentar cosas nuevas y compartirlas con los demás puede ser una forma de tener los primeros contactos con las drogas.

Aprender a influir en los hijos

Los padres no podemos olvidar que la experimentación es el principal medio de aprendizaje de los adolescentes.

Debemos aprender a situar nuestra influencia educativa de forma continuada y amistosa evitando expresar nuestras creencias a nuestros hijos.

No todos los jóvenes son iguales. Podemos verlo en las distintas maneras de hablar, de vestirse, o en sus gustos musicales. Las formas exteriores no indican chicos y chicas buenos o malos, solo son chicos y chicas. Están en esa transición para ser adultos.

No podemos esperar a que nos hagan caso como cuando eran pequeños, pero debemos dar las pautas para ayudar a conformar su carácter. Prohibir por prohibir no sirve de nada.


¿Es diferente la información que se utiliza en función de la edad de nuestros hijos?

Si, debe estar adaptada a la edad, la capacidad de comprensión, la experiencia previa y las expectativas de los hijos. No se puede hablar de la misma forma ante cualquier interlocutor. Es importante tener una información previa del nivel de experiencia que se tiene y adaptar nuestros mensajes a éste. Como norma general, cuando hablemos con los más pequeños lo haremos sobre drogas legales, pudiendo abordar con los mayores el tema de las ilegales. ¿En qué momento hablar sobre drogas? No sólo hay que hablar ante la demanda explícita por parte de los hijos, hay momentos (programa de TV., situación de consumo en la calle…) que pueden propiciar nuestra intervención. Pero es muy importante responder siempre ante estas demandas. Los padres deben convertirse en un referente de primer orden en la obtención de información sobre drogas para contrarrestar otras fuentes de información en ocasiones no adecuadas. Para ello deben mostrar su total disponibilidad para atender cualquier pregunta o cuestión y no rechazarlas incluso en situaciones comprometidas.

Pero tampoco es necesario lanzar mensajes de forma continuada e indiscriminada con el propósito de que tengan mayor efectividad. Los mensajes repetitivos, utilizados de esta forma, terminarán por no captar la atención de los destinatarios, perdiendo así su eficacia.

El momento elegido para hablar con los hijos sobre drogas, así como sobre otros temas, es una variable importante que no se debe descuidar. Hay que buscar momentos idóneos, en los que se establezca un lugar adecuado (sin ruidos ni interrupciones), un clima en el que no haya tensiones y donde se piense que el destinatario va a estar receptivo. Los momentos en los que se dan situaciones de consumo de drogas (por ejemplo cuando el hijo llega a casa bajo los efectos del consumo de alcohol u otra sustancia) no es un momento adecuado ya que su capacidad de análisis y valoración está alterada. Es más oportuno esperar a otro momento para comentar esta situación.

 

Al hablar de drogas nos ayuda y a nuestros hijos

también, para tener una actitud responsable

 

 Dialogar no es solo hablar, sino observar, mostrar interés, crear un espacio de comunicación que permita expresar ideas, dudas y preocupaciones.

Los padres y madres tenemos que procurarnos información adecuada y adaptar nuestras explicaciones a la edad de nuestros hijos. Es importante conocer el tema razonablemente bien, creer lo que decimos y practicarlo. Estar informados y saber cuáles son los efectos y los peligros de las drogas, no estimulará su consumo.

Dialogar es indispensable

Hay que aprender a escuchar, provocar la conversación, establecer una relación de confianza y complicidad. Muchas veces, los padres, para hablar con sus hijos de temas delicados como las drogas, esperamos encontrar un momento ideal y un ambiente propicio.

Seamos claros

Las primeras informaciones que nuestros hijos reciben sobre las drogas acostumbran a ser incompletas y confusas. Hay que proporcionarles información seria, contrastada, que no reproduzca los tópicos, sin exageracio- nes ni falsas moralinas.

Debemos evitar

  • Interrogarles insistentemente sobre si piensan consumir drogas o si las han tomado ya. Es mucho mejor pedirles su opinión (qué piensan del consumo de drogas por parte de algunos jóvenes, qué peligros ven en ello).
  • Discutir y pelearnos, de modo que la defensa de las drogas se convierta en una afirmación de su identidad.
  • Se rebela contra los adultos, lleva la contraria y transgrede las normas en un acto de afirmación. "Dejadme hacer mi vida."
  • Desautorizar o culpabilizar de forma permanente con un juicio que fácilmente puede volvérsenos en contra.



No podemos plantear ningún programa educativo sin partir de las características del grupo al que va dirigido y por ello que hagamos un breve repaso de algunas cualidades de los adolescentes.

La adolescencia es la etapa de la vida que empieza con la pubertad (madurez fisiológica). Es un periodo crítico que implica una revolución profunda de toda la personalidad y la más turbulenta porque tiene por función hacer pasar al sujeto a un estatus totalmente nuevo: el estadio adulto.

En las sociedades primitivas existían los «ritos de transición». A partir de
estas ceremonias de iniciación se establecía públicamente la entrada al
mundo de los adultos. El sujeto asumía los derechos y las obligaciones de la
sociedad adulta y, por tanto, la madurez física-sexual y la psíquica se daban al
mismo tiempo.

Actualmente hay una desincronización entre la madurez fisiológica-sexual y la
psíquica; se ha dado una aceleración del desarrollo físico y sexual y una
identificación de la madurez emocional y social debido, sobre todo, a las
actuales condiciones de vida: se estudia más tiempo, los trabajos son
cada vez más especializados, se empieza a trabajar más tarde... La adolescencia cada vez se alarga más.

Analizaremos brevemente los cambios (psicológicos, sociales, afectivos, etc.)
que suceden en la adolescencia y que pueden incidir en la decisión de
iniciarse en el consumo de drogas como mecanismo de autoafirmación y de necesidad de aceptación por el grupo de iguales.

Imagen corporal. El adolescente está muy centrado en su propio cuerpo. Deberá reelaborar su imagen corporal, valorarla y tomar una decisión determinada al respecto. Este proceso de elaboración dependerá de muchos aspectos: cambios fisiológicos, pulsión sexual, actitudes y juicios de los otros, el ideal del yo, el momento de la madurez psicológica y la educación recibida en el ámbito familiar y en el escolar.

Desarrollo cognitivo. Durante la adolescencia se llega al estadio de las operaciones formales y el pensamiento abstracto. El adolescente construye el pensamiento formal basándose en los periodos anteriores, en su nivel de maduración y en las influencias del entorno. Puede comprender conceptos desv
inculados de los aspectos concretos para generar ideas abstractas y elaborar teorías. Alcanza un pensamiento causal y un pensamiento hipotético-deductivo, es decir, puede manipular ideas sin referirse a una realidad concreta.

Desarrollo emocional. Se dan modificaciones del carácter, pero no hemos de olvidar que el adolescente tiene una gran necesidad de afecto y en los cambios de su emotividad necesita mucha comprensión. Las transformaciones más significativas del carácter son: irritabilidad, hipersensibilidad, inestabilidad y timidez.

Desarrollo social. De la dependencia familiar a la dependencia del grupo y de ésta a la emancipación. El adolescente reencuentra el «yo» dentro del grupo, puede influir como persona, reconocer que hay diferentes modos de pensar, de sentir, y al emanciparse formará sus propios valores y creencias.

Como educadores hemos de tener muy presentes algunos aspectos:

Relacionales. Se hace necesaria una apertura al diálogo en el ámbito de la relación, comprender la fragilidad del adolescente, actitud de escucha, entender que se opone al adulto por su necesidad de autoafirmación. No debemos compararlo con los otros. Se trata de un periodo en el que se desarrolla una autonomía progresiva. Es necesario que el adulto tenga coherencia y claridad con puntos de referencia sólidos.


Académicos. En el ámbito curricular, el hecho de conocer las características del adolescente (disminución del rendimiento escolar, memoria mecánica, sentimientos románticos, actitud crítica, interés por la sexualidad, elaboración de su filosofía de vida, etc.) puede situarnos de un modo más positivo intentando adecuar los aprendizajes al momento evolutivo de los alumnos.Los adolescentes tienen un gran deseo de cultura viva y disfrutan el entusiasmo que provocan ciertas materias o formas de enseñar. Les gustan los docentes que tienen una gran personalidad cultural y éstos pueden tener una gran influencia sobre ellos.

Por último, hemos de ser conscientes de que la sociedad, con sus diversas culturas y maneras de plantear la vida, genera unas necesidades y unos modelos que, muchas veces, son contrarios a los que se intentan promover desde el ámbito educativo. Hemos de ser capaces de conocer y reconocer de manera crítica los aspectos que nos ayudan a crecer como personas y que facilitan una convivencia mejor, sabiendo rechazar los elementos que distorsionan nuestro
planteamiento personal.

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