miércoles, 30 de mayo de 2012

Las Transformaciones de San Juan Bautista

Como parte de las lecturas que nos ayudan al crecimiento y al conocimiento como docentes y estudiantes, creímos importante dar a conocer, para uso didáctico, este interesante artículo de arte sobre la imagenería de San Juan Bautista como una figura que se relaciona con nuestras fuentes culturales, en la visión de la herencia europea.


Las Transformaciones de San Juan Bautista

Por José I. Catalán Martí
Historiador de Arte

Uno de los temas clásicos en la imaginería cristiana, la figura de san Juan Bautista, ha ido cambiando a lo largo de los tiempos.


San Juan Bautista ocupa un lugar destacado en la iconografía cristiana, hijo de Zacarías e Isabel, Juan, llamado el Bautista, dedicó toda su vida a anunciar la venida del Mesías, según narran los evangelistas. Esa dedicación lo convierte en el último profeta de Israel y, por tanto, vínculo de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Por otra parte, su fuerte personalidad defensora de la verdad le llevó a la muerte, convirtiéndose en el primer mártir de la Cristiandad. Estos dos acontecimientos han dado pie a que se celebre de manera única en el santoral cristiano su nacimiento (24 de junio) y muerte (29 de agosto), al igual que acontece con Jesús y María.
Su nombre, venerado en todo el orbe, es patronímico de múltiples iglesias, baptisterios y pueblos. También lo es de los Carmelitas y Cartujos, así como de los gremios de zurradores, curtidores, cardadores de lana y cuchilleros, entre otros, y de los niños expósitos que eran abandonados en los baptisterios.

 Bautismo de Cristo por Joan de Joanes, 1549(?), Palma de Mallorca, catedral.

En el Siglo XV se creó la imagen de san Juan Bautista como un adolescente imberbe


A lo largo de la historia, san Juan Bautista se ha representado como figura exenta o integrada a un pasaje de su vida, en edad infantil o adulta, lo cual ha generado una de las iconografías más variadas del arte cristiano, que aún hoy ofrece nuevas expresiones plásticas.
Las primeras imágenes del Bautista pertenecen al paleo-cristianismo, cuando éste aparece como pastor o sacerdote revestido con túnica y palio al igual que los apóstoles o solo con éste a la manera de los filósofos griegos. Sin embargo, será en Oriente, bajo el reinado de Constantino, donde se fije su iconografía extendiéndose rápidamente por el Occidente cristiano. Su aspecto físico es el de un asceta joven y escuálido, de piel morena y expresión visionaria, de larga barba y cabellos alborotados.
A fines de la Edad Media, se acentuó el carácter naturalista de sus figura y cambió su atuendo por una corta túnica de piel de cordero sujeta al hombro, dejando al descubierto brazos, piernas y parte del torso. En el siglo XVI se dulcificó su imagen apareciendo como un adolescente imberbe, de rostro andrógino y anatomía próxima al mundo clásico. Finalmente, en el siglo XVII, a consecuencia del naturalismo que imperaba en las artes, se representó vestido con retazos de estameña deshilachados y adoptó un mayor realismo en la expresión.

 San Juan Bautista, por Joan de Joanes, Valencia, colección Lladró.


Al igual que el resto de santos, san Juan Bautista también goza de unos símbolos identificativo, siendo el Agnus Dei su atributo personal, ya que en el momento del bautismo de Cristo dijo que éste era el Cordero de Dios (Jn. 1,29). Al principio este era representado por un medallón con el busto de un cordero que el santo sustentaba a la altura del pecho y señalaba con el índice. Posteriormente, dicho medallón pendía de un bastón cruciforme de cañas; pero cuando el animal comenzó a tomar cuerpo y su representación se hizo completa, aparece de pie o recostado a los pies del santo, y del bastón cuelga un banderín blanco con una cruz roja o una filacteria con la leyenda Ecce Agnus Dei. En otras ocasiones porta un libro cerrado con los siete sellos y, sobre éste, el cordero recostado llevando ocasionalmente, el báculo.
Otra dominante de su iconografía es que señala con su diestra al animal o al cielo de donde parte un rayo de luz que lo ilumina, recalcando de ese modo su misión profética. También lo podemos ver con una venera en la mano o junto a sus píes, objeto asociado al bautismo de Cristo.
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 Los niños de la concha, por Murillo, h. 1670, Museo del Prado.


El San Juanito

La  humanización de los personajes sagrados en el siglo XVI generó una nueva iconografía del Bautista: el San Juanito. En efecto, fue el Renacimiento italiano quien popularizó la imagen del santo como un niño de carnes redondeadas y pelo ensortijado, con atributos de adulto y estatura mayor que la de Jesús, para diferenciar las edades, con el que juega oal que adora bajo la atenta mirada de María o santa Isabel. Conmovedor tema que exhalta los afectos familiares de la Sagrada Familia. Resulta innecesario insistir en que el asunto carece de fundamento bíblico.

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Santos Juanes. Representación singular es aquella que asocia a san Juan Bautista y san Juan Evangelista, unión debida a la homonimia y al culto popular que les ha dedicado iglesias, como los Santos  Juanes de Valencia. Su representación formando pareja es muy diversa, apareciendo cada uno con sus correspondientes atributos iconográficos. De singular rareza es la representación de ambos como niños, tal como los pinta José Vergara en Niño Jesús entre los santos Juanes niños, del Museo de Bellas Artes de Valencia.
La vida de san Juan Bautista también ha dado pie a varias escenas inspiradas en los Evangelios, el aprófico Protoevangelio de Santiago  y la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine. En total se distinguen cuatro ciclos: la infancia, la vida pública, el martirio y la reliquia de su cuerpo.

Salomé con la cabeza de san Juan Bautista, Caravaggio, 1607-1610, Londres, Nacional Gallery.


La infancia del santo se inspira en el Evangelio de san Lucas, y a él pertenecen las escenas del anuncio del nacimiento a Zacarías, la Visitación de María a Isabel y la Natividad. Otros temas menos representados son la circuncisión, la imposición del nombre, hecho inscrito entre los milagros de la Biblia, y la huida de Isabel al desierto con el niño por miedo a la persecución de Herodes. Este último suceso, aprófico e ilógico, dio pie al encuentro de los dos niños en el destierro.    

Virgen con el Niño y San Juanito, por Luis de Morales, h. 1550, Salamanca, Catedral Nueva.  

La actividad mesiánica del Precursor centrada en la predicación y presentación de Cristo como Mesías y su bautismo en el Jordán junto a los neófitos forma el segundo ciclo. Esta última escena es la más representada.
La pasión y la muerte del santo constituyen la tercera escena. Representaciones como la prisión del Bautista, el banquete de Herodes y la denuncia de su adúltera unión con Herodías o la danza de Salomé dan paso a la escena martirial de la degollación de san Juan y la entrega de su cabeza en bandeja de plata a Salomé. La fuerza dramática de este suceso fue más que suficiente para que en el siglo XVII la sangrante cabeza del Bautista sobre la bandeja se convirtiese en un único motivo de representación. 
Cierra el ciclo de sus vida lo acontecido con su reliquia, que fue perseguida y desenterrada por Juliano el Apóstata y restituida al culto gracias a Teodosio. Pero este tema apenas gozó de popularidad.

Bautismo de Cristo, El Greco, 1591-1592, Madrid, Museo del Prado.




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Tomado de: Descubrir el ARTE. Año II. Nº 24. Febrero 2001. Pp. 118-119.  

 

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martes, 29 de mayo de 2012

LA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA Y SAN JUAN CONGO DE BARLOVENTO

 Altar de San Juan en la parroquia San Agustín



LA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA Y SAN JUAN CONGO DE BARLOVENTO

El origen de esta fiesta tradicional es el resultado de la imposición religiosa que la 
Corona Española hizo en los tiempos coloniales en Barlovento cuando a los africanos y sus descendientes los obligaron a rezarles y rendirles pleitesías al Santo San Juan Bautista como SANTO PATRON, y la palabra "patrón" significa autoridad de manera que no olvidaran que hasta en la religión tenían un patrón espiritual equivalente al amo explotador terrenal.

Pero los africanos y sus descendientes como tenían sus creencias, mitologías,
simbologías y amplios conocimientos del mundo religioso introdujeron en esta
festividad sus instrumentos musicales, sus cantos, danzas y concepción de lo espiritual como elemento de liberación de energía acumulada por la explotación intensiva en el trabajo de las haciendas de cacao y también como vía para romper las cadenas de la esclavitud a que fueron sometidos.

A nombre de San Juan Bautista, la iglesia y los amos de las haciendas insistían en la resignación para la continuidad de la esclavitud, pero también a nombre de San Bautista los africanos y sus descendientes aprovechaban esta fiesta para buscar su libertad como ocurrió en el año 1749 cuando los hombres y mujeres sometido al calvario de la esclavitud planificaron para el día de San Juan (24 de junio) una gran rebelión que incluía a los pueblos barloventeños, Guarenas, Guatire, los valles del Tuy y Caracas. Esta rebelión fue detectada por la Corona Española y antes de producirse el estallido de la rebelión, los líderes fueron capturados y castigados brutalmente. La fiesta de San Juan Bautista se celebra en la mayoría de los pueblos Barloventeños, pero es en Curiepe, primer pueblo fundado por negros libres en territorio venezolano donde esta celebración tiene una gran fuerza colectiva.

Existe la Sociedad de San Juan Bautista integrada por músicos, promeseros, cargadores del santo, las personas que arreglan el altar del santo. Esta sociedad se encarga de organizar la fiesta que consiste en la realización de un velorio el día 23, llevar el santo al río para bañarlo junto a quienes le ofrecieron alguna promesa, luego una misa el día 24, la salida del santo de la iglesia para llevarlo en procesión hasta la casa de la cultura donde lo colocaran en un altar adornado de flores, frutos de cacao, plátanos y otros. Mientras los tambores grandes como la Mina y la Curbata suenan en la plaza, los tambores redondos o culepuyas sonaran al lado del altar en la casa de la cultura.

El día 25 de junio es el día del encierro de San Juan, es decir San Juan es llevado a la iglesia para encerrarlo hasta el año próximo. Es en Curiepe, el único pueblo afrovenezolano donde se celebra el día 25 con esta actividad llamada ENCIERRO. Ese día San Juan es paseado por las diferentes calles de Curiepe con los tambores cule'puyas y la tonada de MALEMBE:

SOLISTA:
Si San Juan supiera cuando era su día

Coro:
Malembe...Malembe...Malembe na'ma

Solista:
Bajara del cielo con gran alegría

CORO:
Malembe...malembe....malembe na'ma

SOLISTA:
Quien me dice negro me pone Corona

Coro: malembe...malembe...malembe...na'ma

Solista: de negro se viste el Papa de Roma

Coro: malembe...malembe...malembe...na'ma




 Manifestación de San juan en la parroquia San Agustín.




SAN JUAN CONGO
San Juan Congo, es la otra festividad que se realiza en Curiepe, el sábado siguiente después que culmina la fiesta de San Juan Bautista. El “Conguito” como le dicen sus devotos, como su nombre lo indica es un recuerdo de los antiguos hombres y mujeres que llegaron a estas tierras procedente de un lugar d Africa llamado CONGO.

Con el tiempo decidieron crear una imagen similar a sus santos que tenían en su Africa lejana. La diferencia de San Juan Bautista y San Juan Congo es que este último es de color más oscuro y tiene un falito (penecito) como símbolo de la fertilidad, como la mayoría de los Nkisis o santos del Congo.

En un pueblo del Congo llamado Nsatou Mella, donde habitan los BAKAMBA,
existe un nkisi llamado MALEMBE, quien es protector de las tierras y vigilante contra las malas energías que amenazan a la comunidad.

Hombres, mujeres y niños le piden protección a este nkisi. El nombre MALEMBE, también traduce “dulcemente, lentamente, suavemente” y con esta palabra es que existe una tonada para encerrar a San Juan Bautista el día 25 de junio pero también con esta tonada es que se le toca a San Juan Congo en algunos momentos de su celebración.

En un sector llamado la capilla de Curiepe se improvisa un altar, adornado con muchas flores y frutos agrícolas y la imagen de El Conguto es colocada al centro a donde cantantes y músicos se rinden a que le eche la bendición.


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Tomado de : Jesús Chucho García. Barlovento nuestro patrimonio cultural.
Fuente: http://encontrarte.aporrea.org/media/34/barlovento.pdf


Fotografías: Antonio "Pelón" Marrero. Archivo Proyecto Ciudad Compartida



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viernes, 25 de mayo de 2012

Publicaciones Digitales Utieb-San Agustín

Laas publicaciones digitales los soportes y formatos que poseen relaciones y valores muy distintos a los que tienen las publicaciones impresas, ya que están almacenados con leguaje binario, el se usa en las computadoras. Sobre todo porque, dados los múltiples soportes que la informática proporciona, el cambio de soporte a otro sí representa un cambio de material y accesibilidad. Así, en el mundo digital, el soporte es el medio físico donde está guardada la información (puede ser un disco duro, un CD, un disquete, entre otros). Sin embargo, aunque estos soportes están diseñados para guardar información de forma binaria, presentan diferentes características en cuanto a capacidad de almacenamiento y rapidez de acceso para su consulta.

El formato de una publicación digital es la forma cómo se representa la información. Por ejemplo, un archivo de texto, un archivo PDF, una página electrónica en HTML o XML, etcétera. De hecho las publicaciones digitales pueden vincular distintos formatos; por ejemplo, es muy común encontrar sitios que integran HTML con archivos PDF. A su vez, cada formato aportará un tipo de ventajas y desventajas de acuerdo con su presentación y con sus características de interacción con el lector. Por lo mismo, los recursos que proporcione una publicación digital están circunscritos, tanto por el soporte en que está montada como por el formato que se elija.

Publicaciones digitales de Utieb, como se habló en la reunión del 24/4/2012, se activó a partir del mes de mayo y es una forma más expedita de trabajar a la hora de ofrecerle la información a los/las docentes y estudiantes. Se ha aprovechado la plataforma de ISSUU.COM, en la cual podemos ver libros digitales y hemos iniciado el que se puedan usar por todos los que tienen el acceso a internet. Además de ser una manera de ahorrarle al medio ambiente el papel y esperar que crezcan muchos árboles mientras tanto.

PEIC:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/peic-_utieb_2009-2010

Sobre Herencia Africana:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/inclusi_n_de_la_afrodescendencia

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/jornadas_de_reconocimiento_de_la_herencia_africana

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/utieb_san_agust_n_santos_de_negrosweb

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/hoja_didactica_afro

Sobre Herencia Indígena:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/jornadas_de_reconocimiento_de_la_herencia_ind_gena

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/herencia_ind_gena._apuntes_para_la_reflexi_n

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/ind_genas__amorua

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/pueblo_warao

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/los_wotjuja_pueblo_de_paz


Sobre Valores:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/que_valores._utieb

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/valores_contra_la_violencia

Sobre Herencia Europea:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/jornadas_de_revision_de_las_herencias_europeas_a_o

Cuadernos de Tradiciones:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/cuaderno_tradiciones_n__1._cruz_de_mayo

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/cuaderno_tradiciones_n__2._san_juan

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/cuaderno_tradiciones_n__3._diablos_danzantes

Técnicas de arte y otros:

http://issuu.com/utiebsanagustin/docs/t_cnicas_del_grabado




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Fuente:
http://sarapaola22.wordpress.com/about/

jueves, 24 de mayo de 2012

El Sangueo por el Día de la Afrovenezolanidad.

Como estaba pautado Utieb-San Agustín realizó el Sangueo por el Día de la Afrovenezolanidad, la cual se conmemora el 10 de mayo, pero por la situación con La Planta, se concretó hoy 24 de mayo de 2012.



El Sangueo: es un canto lento y ceremonial, que se utiliza para la procesión del santo a través del pueblo. Es característico de los estados Miranda, Aragua, Carabobo y Yaracuy.  

El día de San Juan Bautista, el 24 de junio, se festeja en Venezuela y en otras partes del mundo. El sangueo se usa en el acompañamiento musical al santo, en localiadades como Barlovento, Caucagua, Cúpira y Río Chico donde la influencia de la cultura africana es marcada, así como por otras localidades mirandinas como Guarenas, Guatire. También en los estados Vargas, Aragua, Carabobo y Yaracuy.

En el Estado Yaracuy, existe una comunidad llamada Veroes, cuna del conocido ritmo llamado SANGUEO, la cual es música afro-yaracuyana.

El Sangueo es base de origen de muchos otros ritmos afrocaribeños, afroantillanos y afroamericanos, que nos invita a celebrar, hacer el ritual, a danzar y a expresar esa herencias africana que nos caracteriza como venezolanos.

Debemos investigar en nuestras escuelas sobre el Sangueo, revisar investigaciones musicales y sociales, estudios realizados por algunos autores sobre las tradiciones populares venezolanas, para así nutrir nuestro proceso de reconocimiento como parte de nuestra herencia. También hacer una valoración del Sangueo desde el punto de vista de la resistencia afro-indígena, y como la herencia africana saber sobre sus elementos mágicos, rítmicos y religiosos.




LA UTIEB SAN AGUSTIN REALIZÓ EL ACOSTUMBRADO SANGUEO DE LA AFROVENEZOLANIDAD. CELEBRACIÓN QUE FORMA PARTE DE LOS EJES IDENTIDAD Y VALORES DE NUESTRO PEIC PARROQUIAL. EN EL MISMO PARTICIPARON LAS ESCUELAS: MANUEL FOMBONA PACHANO, NÉRIDA SISO DE VÁSQUEZ, CONCEPCIÓN MARIÑO, BATALLA DE CARABOBO, BICENTENARIO REPUBLICANO, ANGELA MILLÁN, DR. ELÍAS RODRÍGUEZ, MATEA BOLÍVAR, ÁNGELES DE SAN BOSCO, VIRGEN DE LOURDES Y SAN BOSCO. ADEMAS CONTÓ CON LA PARTICIPACIÓN DEL CUERPO DANCISTICO DEL GRUPO MADERA, LOS NIÑOS, NIÑAS Y FACILITADORES DE LA MISIÓN CULTURA CORAZÓN ADENTRO, RED MUSEOS, COORDINADORA LA CALLE ES DE LOS NIÑOS Y MÚSICOS DE LA PARROQUIA. EL APOYO DE LA GUARDIA DEL PUEBLO Y  LA POLICIA NACIONAL.


  Sangueo por el día de la Afrovenezolidad, Boulevard Leonardo Ruiz Pineda. 
San Agustín del Sur, 24 de mayo 2012


Cruz de Mayo, niñas en el Sangueo. 24 de mayo 2012


Cruz de Mayo, niños en el Sangueo. 24 mayo 2012


San Antonio, al fondo San Juan en el Sangueo. 24 mayo 2012


Ahí va San Juan, Sangueo 24 mayo 2012


 Las Mariposas. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 Las Mariposas. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 San Benito. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012

 
 Sanpedreños. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 Las Mariposas. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


Tamboreros. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 Sangueo rumbo a la Plaza Leonardo Ruiz Pineda. San Agustín 24 mayo 2012


En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
Niños tamboreros acompañando las presentaciones. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
CEINS Concepción MAriño. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


 En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
UEN Nérida Siso de Vásquez. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012


  En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.  
UEN Dr. Elías Rodríguez. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012






Docente te recomendamos ver los Videos:
El Sangueo de la Fiesta a la Guerra. Cap.2 - Seg.01
El Sangueo de la Fiesta a la Guerra. Cap.2 - Seg.02. En VIVE TV



Fuentes:
http://www.sonidosdelfolklore.com.ve/generos_san_juan.html
http://www.vive.gob.ve/CapituloDespForm.php?id_p=67&id_c=627


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Fotografías: Luis Duarte




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lunes, 21 de mayo de 2012

LA INSURRECCION DE JOSE LEONARDO CHIRINOS (1795)


En el proceso de formación desarrollado por la UTIEB-San Agustín, consideramos importante y conveniente la lectura sobre temas que apoyan y ayudan a comprender nuestros procesos históricos. Razón por la cual recomendamos a los docentes la siguiente lectura:

 
La insurrección de José Leonardo Chirino (1795)

Gladys Ortega Dávila


El movimiento insurreccional del zambo José Leonardo Chirinos en Curimagua, pueblo de la serranía de Coro, constituye una de las primeras manifestaciones importantes de la crisis en la sociedad colonial venezolana del siglo XVIII. En la región de Coro no existía un clima de de violencia social superior al de otras partes de Venezuela, al contrario podría decirse que el régimen de explotación que sufrían los esclavos del área, era bastante benévolo comparado con las plantaciones del centro de Venezuela. No obstante será la Sierra de Coro el escenario de la rebelión.

En la jurisdicción de Coro habitaban 3.261 esclavos negros, de ellos 960 en la ciudad propiamente dicha[1]. Existía además una comunidad de once mil negros libres y pardos; muchos de estos negros libres formaban un grupo aparte, con barrios propios; éstos eran los llamados negros “loango”, la mayoría fugitivos de Curazao. Asimismo, junto a los grupos indicados anteriormente, formaban parte del cuerpo social los indios*, divididos en los en dos grupos: los libres o exentos de tributos (descendientes de los caquetíos) y los tributarios o “demorados” (descendientes de los Jiraharas y Ayaguas). Para completar el cuadro social, agregaremos que el grupo blanco –dentro de él los propietarios de tierras, esclavos y dinero– representaba la minoría étnico-social, aproximadamente diez por ciento del conjunto en total.
   
Como bien los señala Marianela Ponce, a diferencia de la población aborigen para la cal fue menester crear un nuevo derecho, la esclavitud ya tenía un estatuto legal en Europa antes de crecer en Hispanoamérica[2]. Bajo las directrices del derecho castellano y los preceptos establecidos en la legislación de Indias, funcionó en Hispanoamérica la legislación para la esclavitud. Estas normas se hallan recogidas en la Nueva Recopilación de las Leyes de Castilla, publicada en 1567 bajo el reinado de Felipe II y en el Código de las Siete Partidas, elaborado por Alfonso X El Sabio entre los años 1250 y 1263[3]. Estas leyes (que, a su vez, toman lo sustancial del derecho romano), son las que se aplican en Hispanoamérica hasta el fin del dominio español a comienzo del siglo XIX. A medida que se fue aumentando el número de esclavos, la realidad local impuso las características peculiares de cada esclavitud, con diferentes matices.

Es por ello que, además de estos ordenamientos, existían gran cantidad de disposiciones reales para la esclavitud, representadas en Reales Cédulas, Reales Ordenes, Reales Provisiones, Pragmáticas, etc., dirigidas a resolver problemas concretos del esclavo hispanoamericano. De éstas, la última disposición real sobre la esclavitud que llega a América antes del amotinamiento de José Leonardo Chirino y que pareciera haber creado gran expectativa entre los esclavos, fue la Real Cédula del 31 de mayo de 1789[4].

Orígenes de la Insurrección

Distintas causas –de diferentes órdenes– dieron origen a este movimiento. La variable condición social en que se encontraban los negros y los aborígenes, representa un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos los indígenas a ser exentos. Así estaban las situaciones cuando llegó la noticia, en la cual el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos. La cédula que esto ordenaba había llegado a Venezuela, pero las autoridades reales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios. Para 1790 ésta era una verdad, aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofió se había encargado de propagarla por todas las haciendas. Se decía incluso que José Caridad González, un negro que tuvo la oportunidad de ir a la Península y logró conseguir con el Monarca títulos de propiedad para los negros loangos de las tierras de Macuquita, había visto en España la referida cédula. Dentro de este esquema, el Rey aparecía como un “Santo” dispensador de bondades, y la autoridad y los amos, como unos seres despreciables. Así se fue encendiendo el rencor, sembrándose el germen de la rebeldía. 

Esta vez tenían cierta razón los negros por sus sospechas. Se trataba en verdad del llamado Código Negro, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en lo absoluto se refería a la concesión de la libertad, se establecía un régimen de mayor consideración para ellos.

Para el tiempo en que se propagaban los rumores, llegó a Coro como recaudador de los Derechos Reales, Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente las contribuciones. Los aborígenes demorados debían pagar sus tributos –según el recaudador Iturbe– en dinero efectivo; el derecho de alcabala debía extenderse a todas las transacciones, por pequeñas que ellas fueran. A las mujeres  –afirma Arcaya[5]– les embargaban en garantía de los impuestos sus rosarios, zarcillos y hasta pañuelos con que cubrían la cabeza.  Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores libres de la Sierra, los cuales no disimulaban su descontento.

Otra causa fue el inicio de la Revolución Francesa, de la cual llegaban noticias. A Coro llegaban a través de La Guaira y Curazao. Durante el transcurso de la guerra franco-española aparecerían con frecuencia los corsarios franceses en las cercanías del puerto de La Vela. Los terratenientes corianos, quienes vivían gran parte del año en sus haciendas, comentaban los sucesos de dicha Revolución.

Uno de ellos, Don José Tellería, tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al mejicano José Nicolás Martínez, que había llegado a Coro en 1794. Este Martínez era un hombre ilustrado, como también Tellería, y en sus tertulias, entre otras cosas, hablaban de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para todos, del ajusticiamiento del Rey y de la guerra con España; además preveían que el triunfo de los franceses podría traer como consecuencia un desembarco de los corsarios de esta nacionalidad para apoderarse de Coro.

Estas conversaciones las escuchaban los criados y los esclavos quienes las comentaban entre los suyos. Todas estas cosas llegaban a conocimiento de un negro libre de nombre José Leonardo Chirino, quien además las escuchaba directamente pues vivía en la casa de Don José de Tellería, señor a quien servía. Él era hijo de un esclavo de Don Cristóbal Chirino –de donde venía su apellido– y de una india libre – caquetía– llamada Cándida Rosa.

José Leonardo Chirino había acompañado a Don José Tellería en sus viajes de negocios a Curazao y Haití, donde había observado cómo vivían los negros de esta última isla, los cuales se habían sublevado, para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. ¿Por qué no hacer lo mismo con los negros de la Sierra? Los Viajes, las conversaciones y la inteligencia de este zambo le permitieron cultivarse y adquirir cierto prestigio entre los trabajadores de la Sierra coriana, pues además, era un negro que había vivido experiencias distintas y enriquecedoras, que el resto de sus iguales. La agitación en que se encontraban los esclavos en esos momentos hacía la ocasión propicia.
  
Los acontecimientos

A finales de marzo de 1795,  José Leonardo Chirino empezó a tramar la conspiración con otros dos negros llamados Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. En el mes de abril, de regreso de un viaje a Coro, informó a sus compañeros que se había puesto de acuerdo con José Caridad González[6], quien acababa de llegar de Caracas, y le había ofrecido su apoyo, el de sus amigos, extranjeros que andaban por la costa y de los negros loangos que él comandaba. Según informaba Chirino, el plan de José Caridad era tomar a Coro, invadir Puerto Cabello y luego atacar a Maracaibo, contando con la ayuda de los corsarios franceses. Luego, quedó demostrado que nada de eso era cierto, pero Chirino supo utilizar el nombre de José Caridad González –negro de gran prestigio entre la gente de su raza– levantándolo como bandera.

Ciertamente, en meses anteriores a la insurrección, se escuchaban rumores que parecen haber llegado desde la Sierra hacia la población negra de Coro, tal como cita Lucas Guillermo Castillo Lara:
“las especies que más le llamaron la atención, decía Jacot, fue lo que le refirió el Cura Párroco, Pbro. Pedro Pérez: antes del levantamiento se hacían unos bailes o zambas en las que cantaban unos versitos muy deshonestos y se bailaba mil obscenidades; me acuerdo de una que dice: mas vale negro con placa, que caveza de blanco: candela arriba, candela abajo saca la muchacha, corta la cabeza, come los zamuros, beva la aguardiente”[7]

Y otro vecino llamado Nicolás Coronado le mencionó a Jacot otros versos, que también se cantaban en los expresados bailes “Candela abajo, candela arriba, muera lo blanco, lo negro viva…”. De ser cierto estos dos testimonios, nos conduce a pensar que los negros corianos se burlaban de las autoridades y de la aristocracia de Coro, al bailar y tocar al son de los tambores y en sus propias narices pronosticar el alzamiento, aparentemente de acuerdo con los futuros alzados. Esto se expresa en todo el contenido de las coplas, además planeaban con anticipación la insurrección y la expansión de las ideas de libertad, desde la Sierra hasta Coro “candela arriba, candela abajo”.

Así llegó el domingo 10 de mayo de 1795, con el objeto de no despertar sospechas los conjurados, bajo la jefatura de José Leonardo Chirino organizaron un baile en el trapiche de la hacienda de Macanillas, Sierra de Coro; el mismo día en la noche se trasladaron a la Hacienda “El Socorro”,  donde dieron el grito de rebelión. Con los ánimos exaltados, empezaron a poner en práctica sus planes en la propia hacienda. Asaltaron la casa y mataron al mejicano José Nicolás Martínez, quien fue la primera víctima; también resultó gravemente herido Ildefonso Tellería. Después de saquear la casa, pasaron a la Hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a machetazos a Doña Nicolasa Acosta. Luego incendiaron las casas de las Haciendas La Magdalena y sabana redonda. De aquí, ya en la madrugada, regresaron a El Socorro, donde había establecido su cuartel general.

Los blancos huían temerosos a esconderse en los montes; uno de ellos, el joven Manuel Urbina, logró escapar y llevó la noticia a la ciudad.

En la mañana del once, José Leonardo Chirino designó comisiones y una de ellas salió a levantar a los negros de Canire y el Naranjal. La que fue a la cumbre de Curimagua dio muerte a Don Pedro Tellería y a Pedro Francisco Rosillo. Con algo más de doscientos hombres –negros en su mayoría–, Juan Cristóbal, uno de los jefes subalternos de José  Leonardo, fue enviado a Coro, con la firme creencia de que esta ciudad caería fácilmente pues le habían dicho además de no existir fuerza armada, los loangos con José Caridad González a la cabeza se unirían. A media noche llegaron a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias de la aduana; amanecieron allí esperando al zambo Chirino.

Mientras tanto, en la ciudad se enteraron de la proximidad de los insurrectos, la mala organización y calidad de sus armas. Los habitantes de Coro, encabezados por los principales ciudadanos blancos: el Doctor Pedro Chirino, Don Diego de Castro y Don Pedro García de Quevedo,  organizaron y armaron junto con las autoridades, una milicia que traía, además de otras armas, dos cañones pedreros. Bajo el mando del Justicia Mayor Don Mariano Ramírez Valderraín, se prepararon para el ataque; en enfrentamiento con Juan Cristóbal Acosta, murieron veinticinco negros y quedaron heridos veinticuatro. Ramírez Valderraín, alegre por su triunfo fácilmente logrado, mando a decapitar a los heridos y prisioneros.

Entre el 12 y el 13 de mayo se completó la derrota a los insurrectos, pues a la pequeña pero bien armada milicia blanca, se le agregaron las milicias de Indias, que contribuyeron a perseguir y capturar a los fugitivos de la Sierra. Cuando José Leonardo  Chirino iba a reunirse con los suyos, supo de la trágica derrota; pretendió entonces reorganizar sus fuerzas con los negros que huían pero ya no era posible. Ante la proximidad de las comisiones que subían en su búsqueda, optó por internarse en las serranías.

Es necesario mencionar que, una vez ocurridos los sucesos, la reacción inmediata de del Teniente de Justicia Mayor de Coro, Don Mariano Ramírez Valderraín, fue sofocar el motín por los medios más rápidos y expeditos –obviamente violentos-, matando de inmediato y sin previo procedimiento judicial a los primeros participantes apresados. Precisamente, por esto fue criticado, alegándose que sin conocimiento de causa, sin audiencia ni consulta, su aplicación del derecho ni la justicia, procediera a eliminar y encancelar a un conjunto de personas que supuso estaban involucradas e el tumulto.

La persecución que desató Ramírez Valderraín fue atroz[8]. José Caridad González y dos negros más, apresados al presentarse a ofrecer sus servicios, fueron muertos el mismo día cuando trataban de fugarse. En los días siguientes, todos los que cayeron prisioneros fueron ajusticiados. Treinta y cinco, apresados en San Luis, Pecaya y Pedregal, perecieron a golpe de pistola. Igual muerte corrieron otros cinco que cayeron en Paraguaná. Veinticuatro detenidos en la Sierra murieron degollados; a otros los decapitaron. Hasta tres mujeres (Polonia y Trinidad, esclavas de Doña Nicolasa Acosta y Juana Antonia, morena esclava de Don Francisco Manzano), fueron condenadas al castigo de azotes. Sus dueños debían deshacerse de ellas, en el término de dos meses, vendiéndolas fuera de la jurisdicción.

José Leonardo chirino y los que le acompañaban, fueron atrapados hacia el mes de agosto, tres meses después de la insurrección, por Juan Manuel de Aguero en el pueblo de Baragua y llevados a Coro. Como el juicio de allí se vio complicado por múltiples acusaciones que involucraban a personas como el Dr. Chirino y al finado José Caridad González en la insurrección, la Real Audiencia de Caracas tomó cartas en el asunto y José Leonardo fue trasladado a Caracas para ser juzgado.

El 10 de diciembre la 1796 la Real Audiencia de Caracas lo condenó “a muerte de horca que se ejecutará en la plaza principal de esta capital a donde será arrastrado desde la Cárcel Real y verificada su muerte, se le cortará la cabeza y las manos y se pondrá aquella en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies de largo en el camino que sale de esta misma ciudad para Coro y para los Valles de Aragua, y las manos serán remitidas a esa misma ciudad de Coro, donde una de ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fige en las inmediaciones de la Aduana llamada Caujarao, y la otra en los propios términos en la altura de la Sierra donde fue muerto Don José Tellería"[9]

En la misma sentencia donde se decreta la muerte de Chirino, se toman decisiones contra otros personajes presos, fugitivos o familiares de los mismos. La sentencia ordenaba la libertad y perdón de todos los negros “loangos” que habían sido apresados; fue en cierta forma una tardía absolución a José Caridad González, asesinado sin derecho a juicio; por esto no quedó suficientemente clara su participación o no en estos sucesos.

Otro decreto importante de esta misma sentencia fue el destino de la familia de José Leonardo Chirino, siendo sus miembros sometidos a un status particular, puesto que se trata sólo de esclavos sujetos a un inventario, sino de la familia del jefe de la insurrección, a la cual había que vender fuera de la jurisdicción.

Crítica Historiográfica

El hombre no podía ir en contra del orden natural de la sociedad y la debida obediencia del Rey legítimo, ya que al hacerlo cometía pecado de impiedad, es decir, estaba alterando el orden que Dios había impuesto en la sociedad, y por lo tanto, separando a Dios de su propia obra. Cuando un vasallo subvertía el orden y sustraía la debida obediencia, no solamente iba en contra del buen orden, sino que también se estaba rebelando contra el legítimo Rey y por consiguiente contra Dios.

Se trataba, pues, y como constantemente se dice a lo largo del proceso judicial, de un delito de “lessa majestad”. De allí la anormalidad del pecado cometido por José Leonardo y sus cómplices según las versiones de las autoridades. Las implicaciones políticas y religiosas son inmensas, como era lógico en un reino en el cual la cabeza gobernante era el “Rey, nuestro señor”.

Ahora bien, siempre se ha estudiado el motín de Chirino a partir de la versión oficial dad por las autoridades de la época, siendo la fuente fundamental para hacerlo, ya que no han sido encontradas otras. En consecuencia, resta esclarecer si, en realidad, chirino llegó a cuestionar la autoridad del Rey legítimo, cosa que ponemos en duda. Evidentemente, se trata de un motín que expresa la lucha de los esclavos por su libertad y la protesta por el pago de los impuestos, lo cual no equivale a cuestionar la autoridad del Rey legítimo ni mucho menos a plantear la independencia política de su provincia.

Por supuesto que, dada su violencia y la evidente influencia de las ideas de la Revolución Francesa, vía Haití; su insurrección si llevó a una alteración del orden. La presencia de influencias exógenas conllevó a la politización de los hechos y a la magnificación de este aspecto de la sublevación por parte de las autoridades locales, en un momento en el que España era particularmente sensible a las consecuencias políticas de la Revolución Francesa y se preocupaba constantemente por evitar una posible influencia de este proceso en sus reinos del Nuevo Mundo.

Este es un elemento constantemente en la versión oficial de los sucesos y que influyó en la tipificación del delito cometido por José Leonardo Chirino, dado que pareciera ser fatalmente definitiva la pérdida del interrogatorio hecho a Chirino. Es muy difícil para el historiador interesado en el tema, acceder a la versión de los amotinados y buscar allí nuevas evidencias susceptibles de ser confrontadas con la versiones oficiales.

Estas versiones pasaron a la historiografía venezolana, como expresión de las primeras manifestaciones de los procesos pre-independentistas venezolanos. No obstante, es necesario señalar que, si bien no podemos contrastar la versión de las autoridades (según la cual José Leonardo pretendió alterar el orden y sustraerse a la debida obediencia al Rey, proclamar la “ley de los franceses” y “formar República” con la de los amotinados), no es menos cierto que las consecuencias de los sucesos desbordaron por completo a los mismos, y que la historiografía venezolana ha encontrado en ellos una de las primeras manifestaciones importantes de la crisis de la sociedad colonial.

No nos cabe duda que José Leonardo luchó y se amotinó para conseguir la libertad de los esclavos –que él no lo era-  y para protestar contra la política del cobro de impuestos implementada poco tiempo antes, la cual perjudicaba a los pobladores de la zona. No cabe duda que es uno de nuestros más importantes mártires de la lucha por la liberación de la esclavitud. Pero no tenemos la misma certeza documental para concluir que esa lucha pretendió ir más allá, que pretendió cuestionar la autoridad del Rey legítimo, que pretendió la independencia política, ni mucho menos tenemos la certeza que la aspiración de aplicar la “ley de los franceses” y “formar República” en la serranía de Coro, fuera algo más la visión de las autoridades locales.


Tomado de: Rebeliones, alzamientos y movimientos preindependentistas en Venezuela. Ediciones de la Presidencia de la República, 2001.Coordinadores: Teresa Pinto González-Mike Aguiar Fagundez


[1] Pedro Manuel Arcaya. Historia del Estado Falcón. 1953
* Nota: En la actualidad el término que debe emplearse es: indígena, para referirse a los pueblos originarios; y en vez de esclavo, esclavizados.
[2] Mariela Ponce. El ordenamiento jurídico y el ejercicio del derecho de libertad de los esclavos en la Provincia de Venezuela, p. 12.
[3] Ibidem, p. 15

[4] Este documento se encuentra reproducido por Miguel Acosta Saignes en su obra Vida de los esclavos negros en Venezuela, 1984.pp. 380-388.
[5] Ver discurso de incorporación a la Academia Nacional de la Historia del Dr. Pedro Manuel Arcaya, 1966.
[6] José Caridad González, era un negro “loango”, que llegó a convertirse en un líder de gran parte de su grupo, gracias a su inteligencia y habilidad intelectual. Hablaba el francés y además el patúa, dialecto propio de Curazao. Viajó a Caracas y otras partes de Venezuela, así como Haití y otras islas del Caribe y también a España, donde fue como “Procurador” o representante de los negros loangos para defender unas tierras. José Caridad González no se quiso involucrar en el movimiento de José Leonardo Chirino no obstante los comprometidos encabezados por Chirino afirmaban durante la revuelta que contaban con su apoyo.
[7] Lucas Guillermo Castillo Lara. Curiepe, Orígenes Históricos.1981.
[8] Manuel Vicente Magallanes. Historia Política de Venezuela. p. 120
[9] Pedro Manuel Alcaya. La insurrección de los negros en la serranía de Coro en 1795, Discurso de Incorporación, 1966.







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