martes, 7 de febrero de 2023

La importancia de nuestra historia: "Rodilla en tierra", expresión popular venezolana

 

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¿De dónde viene el dicho venezolano rodilla en tierra?

Esta es una breve historia sobre la expresión “Rodilla en tierra”

 

En la Batalla de Carabobo, el día 24 de junio de 1821, cuando el Batallón Bravos de Apure trata de entrar a la sabana en la vanguardia, el General realista Miguel De La Torre los bloquea con los Batallónes Burgos, Infante y Hostalrich, 2.400 militares profesionales, ordenados en cuadros que sabían disparar sincronizadamente, hicieron retroceder 2 veces a los llaneros causando muchos muertos.

Pero Simón Bolívar tenía su carta bajo la manga.

 

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La Legión Británica y el grito de guerra

 

Detrás de los Bravos de Apure había colocado a la Legión Británica, a quien les ordenó entrar en batalla ese mismo día.

Ellos penetraron al campo en perfecto orden con los fusiles al hombro, sonido de clarines y tambores y su abanderado, el teniente Charles Ashdown de 24 años, con el tricolor de 8 estrellas en la mano.

Los llaneros en desorden miraron aquello con sorpresa, pues nunca habían visto a los ingleses pelear, y eso de ir a la guerra como en un desfile les impresionó.

Uno que otro inglés caía muerto, pero la marcha seguía incolume.

 

 

Rodilla en tierra

Solo cuando llegaron a 80 yardas (73.15 metros) del enemigo, el comandante patriota de la Legión Ildeston Ferriar ordenó: KNEEL DOWN! (RODILLA EN TIERRA!).

Ahí Ashdown clavó el asta del tricolor en el suelo y el corneta de 19 años John Hill comenzo a tocar la marcha de rodilla en tierra para que lo escucharán los 800 ingleses.

Estos organizados rápidamente pusieron rodilla en tierra la primera fila, de pie la segunda fila y la tercera fila se movió dos pasos a la derecha, todos apuntaron las armas, e Ildeston Ferriar ordenó FIRE..!

Los fusiles Baker de la primera fila abrieron fuego, a los 5 segundos los de la segunda y luego los de la tercera, para comenzar nuevamente con la primera, enviando andanada tras andanada contra los españoles convirtiéndose, cómo dice el historiador Tosta, en una máquina de vomitar fuego que hizo una pared de defensa que impedía a los tres Batallónes realistas avanzar.

 

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Una tormenta de fuego

En esa tormenta de fuego que duró 15 minutos, murieron 156 soldados ingleses y 17 oficiales, incluyendo al mismo Ferriar.

Pero el corneta Hill, un niño, siguió tocando el rodilla en tierra a pesar de recibir dos tiros, hasta que los españoles retrocedieron.

Los llaneros estaban maravillados, entonces Bolívar, de acuerdo a su plan magistral, ordenó a los Bravos de Apure la carga cuerpo a cuerpo contra los realistas. Un tipo de orden que El Libertador solo dió a los venezolanos, lanzarse sobre un ejército erizado de fusiles poniendoles el pecho hasta llegar a sus filas.

 

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Los llaneros de Páez

Los ingleses miraron ahora a los criollos pasar corriendo, para arrojarse a la metralla enemiga con sus lanzas en la mano Muchos llaneros cayeron, pero una vez encima de los españoles salieron a relucir los machetes, entonces fueron los ingleses, narra el británico Minchin, que estaba ahí, los sorprendidos y admirados, al ver la capacidad de los llaneros para batirse bravamente con varios hombres a la vez y darles muerte.

Historiadores ingleses como Sinclair dicen Los venezolanos mataron a 3.000 hombres en 20 minutos”. Los oficiales del batallón elite realista: el Barbastro, veterano de la guerra con Napoleón, ordenaron a sus hombres tirar las armas y postrarse en señal de rendición.

Entonces Bolívar le ordenó a Paez parar la matanza. Eran las 12:30 del día 24 de junio de 1821 y una ligera lluvia caía sobre el campo donde nacimos como país.

Fue una hazaña tan grande que unos muchachos sudamericanos de 23 años promedio (Paez tenía 29) derrotaran a la fuerza imperial.

 

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Los titulares del mundo sobre Venezuela

El New York Gazette publicó en primera plana 10 días después “Aniquilado el Ejército Expedicionario de Tierra Firme por los Venezolanos” y 16 días después el Journal de Paris publicó para escándalo de toda Europa: “Destruido el Ejército Español en América por los Venezolanos”

La frase RODILLA EN TIERRA es ejemplo de valentía pero también de orden, disciplina y organización de esos voluntarios del Pueblo Inglés que voluntariamente vinieron a luchar con Bolívar.

Las giguras de Wilson, O’Leary, MacGregor, John Hill, Charles Ashdown, son tan Venezolanos como muchos otros heroes de la independencia.

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Un tributo a la Legión Británica

 Aquí llegaron a pelear al lado de Bolívar, a quien amaban y muchos de ellos se quedaron en Venezuela para siempre.

A lo que se le rinde tributo en el campo de Carabobo, esa tierra sagrada, con la guardia permanente, no es a los próceres, sino al Soldado Desconocido,

Ese venezolano como tú o como yo, que nadie sabe su nombre, pero ese día entregó su vida por la libertad.

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Así pasó en Boyacá y en Pantano de Vargas. Los ingleses miraban a los criollos pasar corriendo, para arrojarse a la metralla enemiga con sus lanzas en la mano. Muchos llaneros como en otras batallas cayeron, pero una vez encima de los españoles, salieron a relucir los machetes, y entonces fueron los ingleses, según narra el británico Minchin, que estaba ahí, "los sorprendidos y admirados", al ver la capacidad de los llaneros liderados por el centauro de América, José Antonio Páez, para batirse bravamente con varios hombres a la vez y darles muerte en cada batalla que participaban.

 


En ese día 7 de agosto de 1819, la fuerza combinada de Venezuela, Nueva Granada y las legiones británicas al mando de Simón Bolívar derrotaron a las fuerzas realistas en la Batalla de Boyacá. Bolívar y sus fuerzas luchaban por la independencia del norte de América del Sur de España.

Ya hoy sabemos que el aporte de extranjeros, básicamente británicos, fue crucial, mas no decisivo en el triunfo de Carabobo el 24 de junio de 1821. También sabemos que eran mercenarios y que la “causa de la libertad” solo la entendían si había la respectiva paga o los anhelados ascensos militares, es decir, la obtención de privilegios. Edgardo Mondolfi Gudat profundiza asertivamente este tema en su libro: El lado oscuro de una epopeya. Los legionarios británicos en Venezuela, 2011.

Es común observar que existe una tremenda confusión respecto a lo que comúnmente se llama “la Legión Británica” al estudiar la historia de la independencia. Una de las razones de estos equívocos es que la gente confunde “británico” con “inglés”: Inglaterra es uno de los países que componen la Gran Bretaña: los otros son Escocia, Gales e Irlanda del Norte
Las unidades llamadas “británicas” que vinieron a Venezuela, no estaban integrados exclusivamente por ingleses, mas bien, ingleses era lo que menos había en esos cuerpos; la mayor parte de sus miembros eran irlandeses, también había muchos escoceses, y alemanes como Juan Uslar, quien por cierto fundó familia en Valencia, al igual que otro legionario de apellido Hands, que tiene honorable descendencia en esta ciudad. Incluso una de esas unidades que llegó a Venezuela estaba compuesta solamente por  soldados alemanes. Otra se llamaba “Legión Irlandesa” precisamente por estar compuesta por elementos de esa nacionalidad.
Las unidades llamadas “británicas” que vinieron a Venezuela, no estaban integrados exclusivamente por ingleses, mas bien, ingleses era lo que menos había en esos cuerpos; la mayor parte de sus miembros eran irlandeses, también había muchos escoceses, y alemanes como Juan Uslar, quien por cierto fundó familia en Valencia, al igual que otro legionario de apellido Hands, que tiene honorable descendencia en esta ciudad. Incluso una de esas unidades que llegó a Venezuela estaba compuesta solamente por  soldados alemanes. Otra se llamaba “Legión Irlandesa” precisamente por estar compuesta por elementos de esa nacionalidad
mún observar que existe una tremenda confusión respecto a lo que comúnmente se llama “la Legión Británica” al estudiar la historia de la independencia. Una de las razones de estos equívocos es que la gente confunde “británico” con “inglés”: Inglaterra es uno de los países que componen la Gran Bretaña: los otros son Escocia, Gales e Irlanda del Norte

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La Legión Británica, mercenarios por la libertad

Al nombrar ciertos momentos de la lucha por la Independencia no se puede evitar dejar de mencionar la actuación de la Legión Británica, estos soldados estuvieron adscritos al Ejercito patriota desde 1817 y culmina su actuación en las sabanas de Carabobo aquel glorioso 24 de Junio de 1821.

La Legión contribuyó positivamente a las victorias de Bolívar, pero al principio por razones de adaptación, agreste escenario geográfico, ofrecimientos que no se cumplieron dieron origen a ciertas insubordinaciones y deserciones. Pasando estos últimos fueron muchos los ingleses, irlandeses y escoceses que se adaptaron al medio venezolano cubriéndose de gloria.

El agente venezolano Luis López Méndez en Inglaterra autorizado por el Libertador desde Enero de 1817 para contratar un grupo de voluntarios que vinieran a reforzar la tropa republicana. En buena hora para sus propósitos ya que la terminación de las guerras del Imperio sigue provocando la reducción de personal del ejército y de la marina Británica.

Después de muchos contratiempos llegan a Venezuela los primeros legionarios, a Angosturas de ahí a Apure y a los Llanos de Calabozo donde está el Libertador en plena campaña. En el Hato de San Pablo entre Calabozo y Ortiz, afines de 1818 los ingleses Capitán Wowel, Grant, Mac Mullin y Brathwaite son presentados a Bolívar por Urdaneta. Luego llego Thomas Ferriar, inmortalizado en Carabobo.

Se ven envueltos algunos de ellos en acciones contra los realistas, incluyendo en el combate de La Puerta (Semen). En Angostura se organiza dos nuevos cuerpos de combatientes. Uno al mando del Teniente Coronel James Rooke y el otro al mando de los Coroneles Hippisley y Wilson.

Estando las tropas republicanas hostigadas en San Fernando por Morillo, Páez deja la alternativa a los legionarios de quedarse o volverse a Guayana.

Se producen una serie de divergencia entre Hippisley y Wilson, el primero quiere regresar y el segundo quedarse y que lo reconozcan como jefe. Hippisley vuelve a Angostura y quiere que Bolívar lo ascienda a General de Brigada y formula otras reclamaciones pero el Libertador no las admite, entonces el oficial británico renuncia.

Wilson desconoce la autoridad de Bolívar e induce a Páez a nombrarse Jefe Supremo. Al conocer Bolívar esta sedición lo arresta, el llanero afirma que se hizo sin su consentimiento.

De Junio a Noviembre de 1818 el Libertador reagrupa a los legionarios; unos 120; en un destacamento llamado Dragones de la Guardia de Bolívar que pone al mando de Rooke y Mackintosh.

El Libertador satisfecho con la conducta de los otros legionarios, sigue en la contratación de más militares extranjeros.

Cuando se reúne Bolívar con Páez en Apure recibe la noticia de la llegada de más contingentes de soldados británicos.

Los legionarios en campaña en los llanos soportan las inclemencias del medio ambiente, pero se adaptan tanto que empiezan a llevar el atuendo de los llaneros, pantalón hasta la rodilla, sombrero de paja y alpargatas.

Bolívar resuelve llevar su campaña a Nueva Granada, parte desde el pueblo de Mantecal, lo acompañan cuatro batallones, entre ellos "Rifles", mandados por Sandes y La Legión Británica por James Rooke. Otro batallón de legionarios al mando de Feriar, ha quedado encargado de entretener a Morillo ocultando así los movimientos de ejército libertador.

Sigue la expedición patriota y comienza el acceso a la cordillera, el cansancio, el frío y el estado de debilidad de los soldados, faltos de alimentos trae trágico resultado que cuando llegan al primer pueblo en la faja occidental de los Andes los rigores del páramo ha hecho sucumbir a centenares de soldados incluido a los de la Legión Británica. Estos paladines entran en combate en Pantano de Vargas. Cuando la situación se torna peligrosa para los patriotas y entra e ingresa el Coronel Rondon que ataca destructoramente a los españoles, el Coronel Mackintosh que asume el mando de la Legión; ya que Rooke cae herido y muere; atacan a bayoneta a los realistas haciéndolos huir.

La Legión vuelve a batirse en Boyacá con un coraje y una efectividad igual que el batallón "Rifles".

El Libertador decreta que dicho cuerpo lleve en sus banderas y estandartes la inscripción: "Boyacá".

En Carabobo se vuelven a cubrir de gloria, al tener la firmeza para sufrir el fuego y cargar con bayoneta ayudando así a resarcirse al batallón "Apure".

En este campo el alto mando patriota dispone que el batallón de la Legión Británica se distinga con el nombre inmortal de "Carabobo" y veinte días después Bolívar concede a todos los legionarios la Estrella de Libertadores de Venezuela. Estos sacrificados hombres contribuyen así a la gloria y la existencia de su patria adoptiva.

 

Autor:

Es común observar que existe una tremenda confusión respecto a lo que comúnmente se llama “la Legión Británica” al estudiar la historia de la independencia. Una de las razones de estos equívocos es que la gente confunde “británico” con “inglés”: Inglaterra es uno de los países que componen la Gran Bretaña: los otros son Escocia, Gales e Irlanda del Norte

 

 Legión Británica

Puerta de Behobia de Irun, bajo el ataque de las fuerzas Reales Irlandesas, el 17 de mayo de 1837

Legión Británica

Los historiadores suelen utilizar el nombre «Legión Británica» como una expresión general para denominar a los Voluntarios de Gran Bretaña, Irlanda y Hanover que sirvieron en la región septentrional de América del Sur durante las guerras de la Independencia dentro de la epopeya bolivariana. Esto ha hecho que muchos lectores creyeran que se trató de una sola unidad combatiente. De hecho, no fue así, ni mucho menos. En los momentos iniciales de la campaña una de las varias unidades constituidas por extranjeros llevó el nombre de «Legión Británica» pero este fue muy pronto cambiado a «Cazadores Británicos» y aparte de este hubo cambios muy frecuentes en los nombres de las unidades de voluntarios. Los nombres originales de los primeros cuerpos reclutados fueron los siguientes: Primero de Húsares, Segundo de Húsares, Húsares Rojos, Primero Venezolano de Rifles, Primero de Lanceros, Artillería y Segundo de Rifles. La «Legión Irlandesa» incluía las unidades siguientes: Lanceros, Primero de Fusileros, Primero de Rifles, Segundo de Rifles, Infantería Ligera de Cundinamarca, Primero de Infantería Ligera y Húsares de la Guardia. Las expediciones de Gregor MacGregor incluían: Lanceros de Maceroni, Húsares, Artillería, Primero de Lanceros, Rifles, Infantería Ligera de Salabrietta y el Regimiento de Hibernia.

La primera sugerencia de reclutar en las islas Británicas voluntarios para participar en las guerras de la Independencia suramericana fue hecha en mayo de 1812 por Francisco de Miranda en una carta para un periodista de Londres, pero pasos decisivos en ese sentido no fueron dados sino en 1817. En enero de ese año, Simón Bolívar nombró agente de Venezuela en Londres a Luis López Méndez y le ordenó que buscara reclutas y adquiriese armas. El momento era muy propicio para esto, pues, a causa de haber terminado en 1815 las guerras napoleónicas, numerosos oficiales y soldados desmovilizados del ejército británico estaban buscando empleo y los proveedores de los ejércitos disponían de grandes cantidades de pertrechos militares que no habían alcanzado a vender. Por otra parte, la opinión pública británica, incitada por personajes tan conocidos como sir Robert Wilson (un miembro liberal del Parlamento) y el almirante lord Thomas Cochrane, era ampliamente favorable hacia los patriotas hispanoamericanos. Este ambiente fue además incentivado mediante el hábil uso de la prensa a favor de aquella causa. Hasta entonces habían sido casi siempre individuos aislados los que se habían alistado en las fuerzas primero de Miranda y después de Bolívar, principalmente desde las Antillas británicas, pero en 1817 la situación cambió y el reclutamiento se verificó por unidades enteras o por cuadros completos para formar cuerpos en América. En mayo de ese año, Gustavus Mathias Hippisley, un oficial del ejército británico que estaba a media paga, le ofreció a López Méndez alistar un cuadro de oficiales, sargentos y cabos para reclutar y adiestrar en Venezuela un regimiento de húsares. Su ofrecimiento fue aceptado de inmediato y muy pronto empezaron a ser reclutadas también otras unidades: 3 regimientos más de caballería, uno de rifles y un cuerpo de artillería. Los organizadores tuvieron tanto éxito y tantos oficiales a media paga se alistaron para el servicio de los patriotas, que las autoridades inglesas se alarmaron. En septiembre se dio la orden de que los oficiales que se alistasen para servir a una potencia extranjera sin permiso especial del Príncipe Regente, perderían su media paga; pocos días después se dispuso que los oficiales del ejército británico no podían salir de Gran Bretaña sin la autorización del Soberano. Pero todo esto no impidió que el alistamiento continuase, por lo cual el embajador de España en Londres, duque de San Carlos, se quejó al gobierno británico de esa situación. Había también grandes intereses comerciales británicos en juego. Varios comerciantes y armadores financiaron las expediciones, al recibir de López Méndez la promesa de que el gobierno de Venezuela los reembolsaría cuando los buques llegaran a Suramérica. Entre otras, la expedición de Hippisley continuó adelante y a fines de noviembre de 1817 todo estaba listo para emprender la salida, cuando el Príncipe Regente publicó una proclama que prohibía cualquier reclutamiento. Ante esta circunstancia, los buques de la expedición de Hippisley zarparon inmediatamente, con tal premura, que algunos de los voluntarios se quedaron en tierra, aunque al parecer las autoridades no hicieron nada para impedir la salida de la expedición. Los barcos se encontraron envueltos en una tremenda tempestad y alrededor de 200 reclutas para el Segundo Venezolano de Húsares, perecieron cuando el Iridian naufragó cerca de la costa francesa. En total, fueron unos 800 voluntarios los que cruzaron el Atlántico en esa ocasión. Al llegar a las Antillas se encontraron con muchas dificultades: 2 buques fueron embargados por haber infringido las leyes de navegación, y otros problemas surgieron debido a que existían disposiciones que prohibían la exportación de armas desde Gran Bretaña a Suramérica. Al quedarse la expedición por un tiempo en las islas, se produjeron numerosas deserciones y hubo bastantes enfermos, por lo cual, solo unos 240 voluntarios llegaron hasta el fin del viaje en el continente. Los primeros, que pusieron pie en Angostura en enero de 1818, fueron enviados de inmediato Orinoco arriba hacia el Apure, donde bajo el mando de James Rooke, quien se había alistado recientemente por su cuenta en el ejército de Bolívar, combatieron en la batalla de Semén. Hippisley no llegó sino en abril, pero después de un enfrentamiento con Bolívar, regresó a su país sin haber combatido.

 

La parte de la Legión Irlandesa que había llegado a Margarita en 1819 y comienzos de 1820, se hallaba muy disminuida por las enfermedades y deserciones hacia marzo de ese último año, cuando se embarcaron hacia Río Hacha, junto con fuerzas margariteñas, algunos hombres de la expedición de English que habían sido dados de alta en el hospital de la isla y un grupo de Infantes de Marina del coronel Thomas Jackson. Después de haberse apoderado de Río Hacha sin resistencia, penetraron hacia el Sur unos 250 km, a la región de Valledupar, donde debían encontrarse con otra columna, en la cual figuraba el batallón Rifles; el jefe de esta columna, coronel Francisco Carmona, se retrasó y la conexión no se produjo. Los irlandeses se vieron obligados a regresar a la costa, debido a los ataques realistas contra su línea de abastecimiento. En aquella ciudad, rechazaron un asalto de los españoles, pero después se amotinaron exigiendo su paga, su prest y sus raciones. La población fue saqueada y quemada. Cuando estos hechos se produjeron, la Legión Irlandesa se hallaba en un estado deplorable, y un tercio de su fuerza había muerto o regresado a su tierra. Los restantes se apoderaron de varios buques y fueron a parar a Jamaica, de donde muchos de ellos fueron trasladados posteriormente a Terranova y Canadá. Una unidad de la Legión Irlandesa que permaneció leal a la República con el coronel Francis Burdett O'Connor se quedó en Tierra Firme y sirvió bajo las órdenes del general Mariano Montilla en Turbaco, durante el sitio de Cartagena. Posteriormente, algunos de los oficiales sobrevivientes se incorporaron al batallón Rifles. En cuanto a D'Evereux, este solo llegó a Suramérica cuando ya su Legión se había desbandado y de hecho, nunca tuvo servicio activo ni llegó a combatir.

De los 5.300 voluntarios aproximadamente, que pusieron pie en América del Sur, muy pocos fueron los que regresaron a sus hogares de Gran Bretaña e Irlanda. Aunque muchos murieron en combate o a consecuencia de heridas recibidas peleando, probablemente es correcto decir que la mayoría fueron víctimas de enfermedades tropicales y de la dureza de las condiciones de las campañas. Su resistencia se vio debilitada por falta de alimentación y vestido apropiados, así como por la escasez de medicinas disponibles: sucumbieron a la malaria, fiebre amarilla, cólera, disentería, fiebre tifoidea, tifus, y otros flagelos, y particularmente, a las úlceras propias del trópico, que segaron las vidas de centenares de ellos, especialmente, durante las largas marchas. Los médicos, que en total fueron más de 150, hicieron lo que pudieron, pero prácticamente todos perecieron, igual que sus pacientes. Es necesario recordar, también, que no menos de 600 o 700 hombres de todas graduaciones se alistaron en las Fuerzas Navales republicanas. Aunque sirvieron, muchos de ellos, con valor y dedicación a la causa de la Independencia, su historia es distinta de la Legión Británica. Su reclutamiento se llevó a cabo de muy diversas maneras, unas veces individualmente (especialmente en el caso de los oficiales), y otras veces, por tripulaciones enteras que conducían a Venezuela u otros lugares de Suramérica los buques en que iban a combatir. En la Marina patriota, al lado de ingleses, escoceses e irlandeses sirvieron gentes de otras nacionalidades, tales como: italianos, franceses, norteamericanos, en proporción mayor a lo que ocurría en las fuerzas terrestres. Entre otras oportunidades, los voluntarios que combatieron en las Fuerzas Navales tuvieron notable participación en la batalla del lago de Maracaibo el 25 de julio de 1823.

Entre los escasos sobrevivientes de la Legión Británica que permanecieron en América, algunos alcanzaron elevadas situaciones en los ejércitos patriotas u ocuparon altos cargos en los gobiernos de los nuevos estados. Pueden mencionarse el general Daniel Florencio O'Leary, el general Juan Úslar, el general Arturo Sandes, el general Tomás Carlos Wright, el general Francis Burdett O'Connor, el capitán de navío Walter Dawes Chitty, el coronel Guillermo Smith, el general Carlos Minchin, entre otros. El 15 de diciembre de 1827, Simón Bolívar le escribió al rey Jorge IV de Inglaterra, lo siguiente: «Colombia desmerecería todos los goces de un gobierno propio si al disfrutar de tan preciosos bienes pudiese olvidar la cooperación que obtuvo de algunos denodados amigos de la humanidad oprimida. Es imposible recordar los auxilios que nos prestaron los extraños, sin excitar nuestro reconocimiento la resolución de muchos súbditos de V.M. que, impelidos exclusivamente de su noble generosidad, vinieron a participar de nuestras fatigas, de nuestras privaciones y de nuestra suerte. Sujetáronse a severas penas, permaneciendo al lado de nuestros compatriotas y, entre sobrellevarlas o abandonar la causa de todo un continente, no dudaron sus corazones virtuosos. Mas, su falta parece borrada por la amistad que V.M. dispensa a los nuevos Estados americanos. Ellos, sin embargo, sufren todavía la pena que en 1819 se impuso a los súbditos británicos que tomasen parte en contiendas extranjeras: castigo que les es tanto más sensible cuanto que con él sufren el desagrado de V.M. -Señor, a nombre de mis compañeros de armas, a nombre de Colombia agradecida, imploro la gracia de V.M. en favor de aquellos generosos auxiliares.- De V.M. buen amigo y devoto servidor, Simón Bolívar».

 Autor: Eric Lambert 

Bibliografía directa: García Arrieche, Carlos. La Legión Británica en la emancipación de Venezuela y Colombia: ensayo histórico. Caracas: Fundación John Boulton, 1971; Hacket, James y Charles Brown. Narraciones de dos expedicionarios británicos de la Independencia. Caracas: Instituto Nacional de Hipódromos, 1966; Herrera Úslar, José. Legionarios extranjeros en la batalla de Carabobo. Caracas: Cooperativa de Artes Gráficas, 1938; Lambert, Eric. Carabobo 1821. Caracas: Fundación John Boulton, 1974;--. Voluntarios británicos e irlandeses en la gesta bolivariana. Caracas: Corporación Venezolana de Guayana, 1981; Memorias de legionarios extranjeros en la Guerra de Independencia. Caracas: Monte Ávila, 1991; Relato de un oficial inglés sobre la Guerra a Muerte. Caracas: Centauro, 1977. 
 
Hemerografía: Pi Suñer, Carlos. «Las expediciones de los legionarios británicos vistas desde Inglaterra». En: Economía y Ciencias Sociales. Caracas, Universidad Central de Venezuela, núm. 1, enero-marzo, 1970; Salvi, Adolfo. «Los legionarios británicos en Carabobo». En: Fuerzas Armadas de Venezuela. Caracas, núm. 254, 1971.

 

 

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Fuentes:

 http://tuneraencienfuegos.blogspot.com/2013/04/venezuela-y-cuba-rodilla-en-tierra-por.html

https://cienciaconciencia.org.ve/expresion-popular-venezolana-rodilla-en-tierra/

https://reportecatolicolaico.com/2022/07/02/de-donde-viene-verdaderamente-la-frase-rodilla-en-tierra/

https://correodelara.com/los-mitos-de-la-legion-britanica/

 https://cuerposocorro.blogspot.com/2020/06/el-27-de-junio-de-1806-en-buenos-aires.html

https://elretohistorico.com/la-ridicula-legion-britanica-que-combatio-a-los-carlistas-cap-6/ 

https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/dhv/entradas/l/legion-britanica/

http://www.laverdad.com/opinion/95567-carabobo-1821-cuando-la-legion-britanica-fue-inmolada.html

https://elinformatedigital.com/la-legion-britanica-e-irlandesa-en-latinoamerica/

https://www.aporrea.org/actualidad/a295379.html


Urdaneta, Rafael, “Memorias” Imprenta y Litografía del Gobierno Nacional. Caracas 1888

 


 

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