Como parte de las lecturas que nos ayudan al crecimiento y al conocimiento como docentes y estudiantes, creímos importante dar a conocer, para uso didáctico, este interesante artículo de arte sobre la imagenería de San Juan Bautista como una figura que se relaciona con nuestras fuentes culturales, en la visión de la herencia europea.
Las Transformaciones de San Juan
Bautista
Por José I. Catalán Martí
Historiador de Arte
Uno de los temas clásicos en la
imaginería cristiana, la figura de san Juan Bautista, ha ido cambiando a lo
largo de los tiempos.
San Juan Bautista ocupa un lugar destacado
en la iconografía cristiana, hijo de Zacarías e Isabel, Juan, llamado el
Bautista, dedicó toda su vida a anunciar la venida del Mesías, según narran los
evangelistas. Esa dedicación lo convierte en el último profeta de Israel y, por
tanto, vínculo de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Por otra
parte, su fuerte personalidad defensora de la verdad le llevó a la muerte,
convirtiéndose en el primer mártir de la Cristiandad. Estos dos acontecimientos
han dado pie a que se celebre de manera única en el santoral cristiano su
nacimiento (24 de junio) y muerte (29 de agosto), al igual que acontece con
Jesús y María.
Su nombre, venerado en todo el orbe,
es patronímico de múltiples iglesias, baptisterios y pueblos. También lo es de
los Carmelitas y Cartujos, así como de los gremios de zurradores, curtidores,
cardadores de lana y cuchilleros, entre otros, y de los niños expósitos que
eran abandonados en los baptisterios.
Bautismo de Cristo por Joan de
Joanes, 1549(?), Palma de Mallorca, catedral.
En el Siglo XV se creó la imagen de san Juan Bautista como un adolescente imberbe
A lo largo de la historia, san Juan
Bautista se ha representado como figura exenta o integrada a un pasaje de su
vida, en edad infantil o adulta, lo cual ha generado una de las iconografías
más variadas del arte cristiano, que aún hoy ofrece nuevas expresiones
plásticas.
Las primeras imágenes del Bautista
pertenecen al paleo-cristianismo, cuando éste aparece como pastor o sacerdote
revestido con túnica y palio al igual que los apóstoles o solo con éste a la
manera de los filósofos griegos. Sin embargo, será en Oriente, bajo el reinado
de Constantino, donde se fije su iconografía extendiéndose rápidamente por el
Occidente cristiano. Su aspecto físico es el de un asceta joven y escuálido, de
piel morena y expresión visionaria, de larga barba y cabellos alborotados.
A fines de la Edad Media, se acentuó
el carácter naturalista de sus figura y cambió su atuendo por una corta túnica
de piel de cordero sujeta al hombro, dejando al descubierto brazos, piernas y
parte del torso. En el siglo XVI se dulcificó su imagen apareciendo como un
adolescente imberbe, de rostro andrógino y anatomía próxima al mundo clásico.
Finalmente, en el siglo XVII, a consecuencia del naturalismo que imperaba en
las artes, se representó vestido con retazos de estameña deshilachados y adoptó
un mayor realismo en la expresión.
San Juan Bautista, por Joan de
Joanes, Valencia, colección Lladró.
Al igual que el resto de santos, san
Juan Bautista también goza de unos símbolos identificativo, siendo el Agnus Dei su atributo personal, ya que
en el momento del bautismo de Cristo dijo que éste era el Cordero de Dios (Jn.
1,29). Al principio este era representado por un medallón con el busto de un cordero
que el santo sustentaba a la altura del pecho y señalaba con el índice.
Posteriormente, dicho medallón pendía de un bastón cruciforme de cañas; pero
cuando el animal comenzó a tomar cuerpo y su representación se hizo completa,
aparece de pie o recostado a los pies del santo, y del bastón cuelga un
banderín blanco con una cruz roja o una filacteria con la leyenda Ecce Agnus Dei. En otras ocasiones porta
un libro cerrado con los siete sellos y, sobre éste, el cordero recostado
llevando ocasionalmente, el báculo.
Otra dominante de su iconografía es
que señala con su diestra al animal o al cielo de donde parte un rayo de luz
que lo ilumina, recalcando de ese modo su misión profética. También lo podemos
ver con una venera en la mano o junto a sus píes, objeto asociado al bautismo
de Cristo.
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Los niños de la concha, por Murillo,
h. 1670, Museo del Prado.
El San Juanito
La humanización de los personajes sagrados en el siglo XVI generó una nueva iconografía del Bautista: el San Juanito. En efecto, fue el Renacimiento italiano quien popularizó la imagen del santo como un niño de carnes redondeadas y pelo ensortijado, con atributos de adulto y estatura mayor que la de Jesús, para diferenciar las edades, con el que juega oal que adora bajo la atenta mirada de María o santa Isabel. Conmovedor tema que exhalta los afectos familiares de la Sagrada Familia. Resulta innecesario insistir en que el asunto carece de fundamento bíblico.
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Santos Juanes.
Representación singular es aquella que asocia a san Juan Bautista y san Juan
Evangelista, unión debida a la homonimia y al culto popular que les ha dedicado
iglesias, como los Santos Juanes de Valencia.
Su representación formando pareja es muy diversa, apareciendo cada uno con sus
correspondientes atributos iconográficos. De singular rareza es la
representación de ambos como niños, tal como los pinta José Vergara en Niño Jesús entre los santos Juanes niños,
del Museo de Bellas Artes de Valencia.
La vida de san Juan Bautista también
ha dado pie a varias escenas inspiradas en los Evangelios, el aprófico Protoevangelio de Santiago y
la Leyenda Dorada de Santiago de la
Vorágine. En total se distinguen cuatro ciclos: la infancia, la vida pública,
el martirio y la reliquia de su cuerpo.
Salomé con la cabeza de san Juan
Bautista, Caravaggio, 1607-1610, Londres, Nacional Gallery.
La infancia del santo se inspira en
el Evangeliode san Lucas, y a él pertenecen las escenas del anuncio del
nacimiento a Zacarías, la Visitación de María a Isabel y la Natividad. Otros
temas menos representados son la circuncisión, la imposición del nombre, hecho
inscrito entre los milagros de la Biblia, y la huida de Isabel al desierto con
el niño por miedo a la persecución de Herodes. Este último suceso, aprófico e
ilógico, dio pie al encuentro de los dos niños en el destierro.
Virgen con el Niño y San
Juanito, por Luis de Morales, h. 1550, Salamanca, Catedral Nueva.
La actividad mesiánica del Precursor
centrada en la predicación y presentación de Cristo como Mesías y su bautismo en
el Jordán junto a los neófitos forma el segundo ciclo. Esta última escena es la
más representada.
La pasión y la muerte del santo
constituyen la tercera escena. Representaciones como la prisión del Bautista,
el banquete de Herodes y la denuncia de su adúltera unión con Herodías o la
danza de Salomé dan paso a la escena martirial de la degollación de san Juan y
la entrega de su cabeza en bandeja de plata a Salomé. La fuerza dramática de
este suceso fue más que suficiente para que en el siglo XVII la sangrante
cabeza del Bautista sobre la bandeja se convirtiese en un único motivo de
representación.
Cierra el ciclo de sus vida lo
acontecido con su reliquia, que fue perseguida y desenterrada por Juliano el
Apóstata y restituida al culto gracias a Teodosio. Pero este tema apenas gozó
de popularidad.
Bautismo de Cristo, El Greco, 1591-1592,
Madrid, Museo del Prado.
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Tomado de: Descubrir el ARTE. Año II. Nº 24. Febrero 2001. Pp. 118-119.
LA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA Y SAN JUAN CONGO DE BARLOVENTO
El origen de esta fiesta tradicional es el resultado de la imposición religiosa que la Corona Española hizo en los tiempos coloniales en Barlovento cuando a los africanos y sus descendientes los obligaron a rezarles y rendirles pleitesías al Santo San Juan Bautista como SANTO PATRON, y la palabra "patrón" significa autoridad de manera que no olvidaran que hasta en la religión tenían un patrón espiritual equivalente al amo explotador terrenal.
Pero los africanos y sus descendientes como tenían sus creencias, mitologías,
simbologías y amplios conocimientos del mundo religioso introdujeron en esta
festividad sus instrumentos musicales, sus cantos, danzas y concepción de lo espiritual como elemento de liberación de energía acumulada por la explotación intensiva en el trabajo de las haciendas de cacao y también como vía para romper las cadenas de la esclavitud a que fueron sometidos.
A nombre de San Juan Bautista, la iglesia y los amos de las haciendas insistían en la resignación para la continuidad de la esclavitud, pero también a nombre de San Bautista los africanos y sus descendientes aprovechaban esta fiesta para buscar su libertad como ocurrió en el año 1749 cuando los hombres y mujeres sometido al calvario de la esclavitud planificaron para el día de San Juan (24 de junio) una gran rebelión que incluía a los pueblos barloventeños, Guarenas, Guatire, los valles del Tuy y Caracas. Esta rebelión fue detectada por la Corona Española y antes de producirse el estallido de la rebelión, los líderes fueron capturados y castigados brutalmente. La fiesta de San Juan Bautista se celebra en la mayoría de los pueblos Barloventeños, pero es en Curiepe, primer pueblo fundado por negros libres en territorio venezolano donde esta celebración tiene una gran fuerza colectiva.
Existe la Sociedad de San Juan Bautista integrada por músicos, promeseros, cargadores del santo, las personas que arreglan el altar del santo. Esta sociedad se encarga de organizar la fiesta que consiste en la realización de un velorio el día 23, llevar el santo al río para bañarlo junto a quienes le ofrecieron alguna promesa, luego una misa el día 24, la salida del santo de la iglesia para llevarlo en procesión hasta la casa de la cultura donde lo colocaran en un altar adornado de flores, frutos de cacao, plátanos y otros. Mientras los tambores grandes como la Mina y la Curbata suenan en la plaza, los tambores redondos o culepuyas sonaran al lado del altar en la casa de la cultura.
El día 25 de junio es el día del encierro de San Juan, es decir San Juan es llevado a la iglesia para encerrarlo hasta el año próximo. Es en Curiepe, el único pueblo afrovenezolano donde se celebra el día 25 con esta actividad llamada ENCIERRO. Ese día San Juan es paseado por las diferentes calles de Curiepe con los tambores cule'puyas y la tonada de MALEMBE:
SOLISTA:
Si San Juan supiera cuando era su día
Coro:
Malembe...Malembe...Malembe na'ma
Solista:
Bajara del cielo con gran alegría
CORO:
Malembe...malembe....malembe na'ma
SOLISTA:
Quien me dice negro me pone Corona
Coro: malembe...malembe...malembe...na'ma
Solista: de negro se viste el Papa de Roma
Coro: malembe...malembe...malembe...na'ma
Manifestación de San juan en la parroquia San Agustín.
SAN JUAN CONGO
San Juan Congo, es la otra festividad que se realiza en Curiepe, el sábado siguiente después que culmina la fiesta de San Juan Bautista. El “Conguito” como le dicen sus devotos, como su nombre lo indica es un recuerdo de los antiguos hombres y mujeres que llegaron a estas tierras procedente de un lugar d Africa llamado CONGO.
Con el tiempo decidieron crear una imagen similar a sus santos que tenían en su Africa lejana. La diferencia de San Juan Bautista y San Juan Congo es que este último es de color más oscuro y tiene un falito (penecito) como símbolo de la fertilidad, como la mayoría de los Nkisis o santos del Congo.
En un pueblo del Congo llamado Nsatou Mella, donde habitan los BAKAMBA,
existe un nkisi llamado MALEMBE, quien es protector de las tierras y vigilante contra las malas energías que amenazan a la comunidad.
Hombres, mujeres y niños le piden protección a este nkisi. El nombre MALEMBE, también traduce “dulcemente, lentamente, suavemente” y con esta palabra es que existe una tonada para encerrar a San Juan Bautista el día 25 de junio pero también con esta tonada es que se le toca a San Juan Congo en algunos momentos de su celebración.
En un sector llamado la capilla de Curiepe se improvisa un altar, adornado con muchas flores y frutos agrícolas y la imagen de El Conguto es colocada al centro a donde cantantes y músicos se rinden a que le eche la bendición.
Laas publicaciones digitales los soportes y formatos que poseen relaciones y valores muy distintos a los que tienen las publicaciones impresas, ya que están almacenados con leguaje binario, el se usa en las computadoras. Sobre todo porque, dados los múltiples soportes que la informática proporciona, el cambio de soporte a otro sí representa un cambio de material y accesibilidad. Así, en el mundo digital, el soporte es el medio físico donde está guardada la información (puede ser un disco duro, un CD, un disquete, entre otros). Sin embargo, aunque estos soportes están diseñados para guardar información de forma binaria, presentan diferentes características en cuanto a capacidad de almacenamiento y rapidez de acceso para su consulta.
El formato de una publicación digital es la forma cómo se representa la información. Por ejemplo, un archivo de texto, un archivo PDF, una página electrónica en HTML o XML, etcétera. De hecho las publicaciones digitales pueden vincular distintos formatos; por ejemplo, es muy común encontrar sitios que integran HTML con archivos PDF. A su vez, cada formato aportará un tipo de ventajas y desventajas de acuerdo con su presentación y con sus características de interacción con el lector. Por lo mismo, los recursos que proporcione una publicación digital están circunscritos, tanto por el soporte en que está montada como por el formato que se elija.
Publicaciones digitales de Utieb, como se habló en la reunión del 24/4/2012, se activó a partir del mes de mayo y es una forma más expedita de trabajar a la hora de ofrecerle la información a los/las docentes y estudiantes. Se ha aprovechado la plataforma de ISSUU.COM, en la cual podemos ver libros digitales y hemos iniciado el que se puedan usar por todos los que tienen el acceso a internet. Además de ser una manera de ahorrarle al medio ambiente el papel y esperar que crezcan muchos árboles mientras tanto.
Como estaba pautado Utieb-San Agustín realizó el Sangueo por el Día de la Afrovenezolanidad, la cual se conmemora el 10 de mayo, pero por la situación con La Planta, se concretó hoy 24 de mayo de 2012.
El Sangueo: es un canto lento y ceremonial,
que se utiliza para la procesión del santo a través
del pueblo. Es característico de los estados Miranda, Aragua,
Carabobo
y Yaracuy.
El día de San Juan Bautista, el 24 de junio, se festeja en Venezuela y en otras partes del mundo. El sangueo se usa en el acompañamiento musical al
santo, en localiadades como Barlovento, Caucagua, Cúpira y Río Chico donde
la influencia de la cultura africana es marcada, así como por otras localidades
mirandinas como Guarenas, Guatire. También en los estados Vargas, Aragua, Carabobo y Yaracuy.
En el Estado Yaracuy, existe una comunidad llamada Veroes, cuna del
conocido ritmo llamado SANGUEO, la cual es música afro-yaracuyana.
El Sangueo es
base de origen de muchos otros ritmos afrocaribeños, afroantillanos y
afroamericanos, que nos invita a celebrar, hacer el ritual, a danzar y a
expresar esa herencias africana que nos caracteriza como venezolanos.
Debemos investigar en nuestras escuelas sobre el Sangueo, revisar investigaciones musicales y sociales, estudios realizados por algunos autores sobre las tradiciones populares venezolanas, para así nutrir nuestro proceso de reconocimiento como parte de nuestra herencia. También hacer una valoración
del Sangueo desde el punto de vista de la resistencia afro-indígena, y
como la herencia africana saber sobre sus elementos mágicos, rítmicos y
religiosos.
LA UTIEB
SAN AGUSTIN REALIZÓ
EL ACOSTUMBRADO SANGUEO DE LA AFROVENEZOLANIDAD. CELEBRACIÓN QUE FORMA
PARTE DE LOS EJES IDENTIDAD Y VALORES DE NUESTRO PEIC PARROQUIAL. EN EL
MISMO PARTICIPARON LAS ESCUELAS: MANUEL FOMBONA PACHANO, NÉRIDA SISO DE
VÁSQUEZ, CONCEPCIÓN MARIÑO, BATALLA DE CARABOBO, BICENTENARIO
REPUBLICANO, ANGELA MILLÁN, DR. ELÍAS RODRÍGUEZ, MATEA BOLÍVAR, ÁNGELES
DE SAN BOSCO, VIRGEN DE LOURDES Y SAN BOSCO. ADEMAS CONTÓ CON LA
PARTICIPACIÓN DEL CUERPO DANCISTICO DEL GRUPO MADERA, LOS NIÑOS, NIÑAS Y
FACILITADORES DE LA MISIÓN CULTURA CORAZÓN ADENTRO, RED MUSEOS,
COORDINADORA LA CALLE ES DE LOS NIÑOS Y MÚSICOS DE LA PARROQUIA. EL APOYO DE LA GUARDIA DEL PUEBLO Y LA
POLICIA NACIONAL.
Sangueo por el día de la Afrovenezolidad, Boulevard Leonardo Ruiz Pineda.
San Agustín del Sur, 24 de mayo 2012
Cruz de Mayo, niñas en el Sangueo. 24 de mayo 2012
Cruz de Mayo, niños en el Sangueo. 24 mayo 2012
San Antonio, al fondo San Juan en el Sangueo. 24 mayo 2012
Ahí va San Juan, Sangueo 24 mayo 2012
Las Mariposas. Sangueo San Agustín 24 mayo 2012
Las Mariposas. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
San Benito. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
Sanpedreños. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
Las Mariposas. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
Tamboreros. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
Sangueo rumbo a la Plaza Leonardo Ruiz Pineda. San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
Niños tamboreros acompañando las presentaciones.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
CEINS Concepción MAriño. Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
UEN Nérida Siso de Vásquez.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En la plaza las escuela
hicieron presentaciones de la tradición que llevaban.
UEN Dr. Elías Rodríguez.
Sangueo San
Agustín 24 mayo 2012
En el proceso de formación desarrollado por la UTIEB-San Agustín, consideramos importante y conveniente la lectura sobre temas que apoyan y ayudan a comprender nuestros procesos históricos. Razón por la cual recomendamos a los docentes la siguiente lectura:
La insurrección de José Leonardo
Chirino (1795)
Gladys Ortega Dávila
El
movimiento insurreccional del zambo José Leonardo Chirinos en Curimagua, pueblo
de la serranía de Coro, constituye una de las primeras manifestaciones
importantes de la crisis en la sociedad colonial venezolana del siglo XVIII. En
la región de Coro no existía un clima de de violencia social superior al de
otras partes de Venezuela, al contrario podría decirse que el régimen de
explotación que sufrían los esclavos del área, era bastante benévolo comparado
con las plantaciones del centro de Venezuela. No obstante será la Sierra de
Coro el escenario de la rebelión.
En la
jurisdicción de Coro habitaban 3.261 esclavos negros, de ellos 960 en la ciudad
propiamente dicha[1].
Existía además una comunidad de once mil negros libres y pardos; muchos de
estos negros libres formaban un grupo aparte, con barrios propios; éstos eran
los llamados negros “loango”, la mayoría fugitivos de Curazao. Asimismo, junto
a los grupos indicados anteriormente, formaban parte del cuerpo social los
indios*, divididos en los en dos
grupos: los libres o exentos de tributos (descendientes de los caquetíos) y los
tributarios o “demorados” (descendientes de los Jiraharas y Ayaguas). Para
completar el cuadro social, agregaremos que el grupo blanco –dentro de él los
propietarios de tierras, esclavos y dinero– representaba la minoría
étnico-social, aproximadamente diez por ciento del conjunto en total.
Como
bien los señala Marianela Ponce, a diferencia de la población aborigen para la
cal fue menester crear un nuevo derecho, la esclavitud ya tenía un estatuto
legal en Europa antes de crecer en Hispanoamérica[2].
Bajo las directrices del derecho castellano y los preceptos establecidos en la
legislación de Indias, funcionó en Hispanoamérica la legislación para la
esclavitud. Estas normas se hallan recogidas en la Nueva Recopilación de las Leyes de Castilla, publicada en 1567 bajo
el reinado de Felipe II y en el Código
de las Siete Partidas, elaborado por Alfonso X El Sabio entre los años 1250
y 1263[3].
Estas leyes (que, a su vez, toman lo sustancial del derecho romano), son las
que se aplican en Hispanoamérica hasta el fin del dominio español a comienzo
del siglo XIX. A medida que se fue aumentando el número de esclavos, la
realidad local impuso las características peculiares de cada esclavitud, con
diferentes matices.
Es por
ello que, además de estos ordenamientos, existían gran cantidad de
disposiciones reales para la esclavitud, representadas en Reales Cédulas, Reales
Ordenes, Reales Provisiones, Pragmáticas, etc., dirigidas a resolver problemas
concretos del esclavo hispanoamericano. De éstas, la última disposición real
sobre la esclavitud que llega a América antes del amotinamiento de José
Leonardo Chirino y que pareciera haber creado gran expectativa entre los
esclavos, fue la Real Cédula del 31 de mayo de 1789[4].
Orígenes de la Insurrección
Distintas
causas –de diferentes órdenes– dieron origen a este movimiento. La variable
condición social en que se encontraban los negros y los aborígenes, representa
un motivo de importancia, pues todos los negros aspiraban a ser libres y todos
los indígenas a ser exentos. Así estaban las situaciones cuando llegó la
noticia, en la cual el Rey de España había acordado la libertad de los
esclavos. La cédula que esto ordenaba había llegado a Venezuela, pero las
autoridades reales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle
cumplimiento, por ser atentatoria a los derechos de los propietarios. Para 1790
ésta era una verdad, aceptada por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado
Cocofió se había encargado de propagarla por todas las haciendas. Se decía
incluso que José Caridad González, un negro que tuvo la oportunidad de ir a la
Península y logró conseguir con el Monarca títulos de propiedad para los negros
loangos de las tierras de Macuquita, había visto en España la referida cédula.
Dentro de este esquema, el Rey aparecía como un “Santo” dispensador de
bondades, y la autoridad y los amos, como unos seres despreciables. Así se fue
encendiendo el rencor, sembrándose el germen de la rebeldía.
Esta vez
tenían cierta razón los negros por sus sospechas. Se trataba en verdad del
llamado Código Negro, el que, si bien no tenía el alcance que le daban los
esclavos, pues en lo absoluto se refería a la concesión de la libertad, se
establecía un régimen de mayor consideración para ellos.
Para el
tiempo en que se propagaban los rumores, llegó a Coro como recaudador de los
Derechos Reales, Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar
formalmente las contribuciones. Los aborígenes demorados debían pagar sus
tributos –según el recaudador Iturbe– en dinero efectivo; el derecho de
alcabala debía extenderse a todas las transacciones, por pequeñas que ellas
fueran. A las mujeres –afirma Arcaya[5]–
les embargaban en garantía de los impuestos sus rosarios, zarcillos y hasta
pañuelos con que cubrían la cabeza.
Estos hechos perjudicaban principalmente a los esclavos y labradores
libres de la Sierra, los cuales no disimulaban su descontento.
Otra
causa fue el inicio de la Revolución Francesa, de la cual llegaban noticias. A
Coro llegaban a través de La Guaira y Curazao. Durante el transcurso de la
guerra franco-española aparecerían con frecuencia los corsarios franceses en
las cercanías del puerto de La Vela. Los terratenientes corianos, quienes
vivían gran parte del año en sus haciendas, comentaban los sucesos de dicha
Revolución.
Uno de
ellos, Don José Tellería, tenía como huésped en su hacienda de Curimagua al
mejicano José Nicolás Martínez, que había llegado a Coro en 1794. Este Martínez
era un hombre ilustrado, como también Tellería, y en sus tertulias, entre otras
cosas, hablaban de los acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del
antiguo orden social, de la proclamación de la República y la igualdad para
todos, del ajusticiamiento del Rey y de la guerra con España; además preveían
que el triunfo de los franceses podría traer como consecuencia un desembarco de
los corsarios de esta nacionalidad para apoderarse de Coro.
Estas
conversaciones las escuchaban los criados y los esclavos quienes las comentaban
entre los suyos. Todas estas cosas llegaban a conocimiento de un negro libre de
nombre José Leonardo Chirino, quien además las escuchaba directamente pues vivía
en la casa de Don José de Tellería, señor a quien servía. Él era hijo de un
esclavo de Don Cristóbal Chirino –de donde venía su apellido– y de una india
libre – caquetía– llamada Cándida Rosa.
José
Leonardo Chirino había acompañado a Don José Tellería en sus viajes de negocios
a Curazao y Haití, donde había observado cómo vivían los negros de esta última
isla, los cuales se habían sublevado, para hacer valer sus derechos y abolir la
esclavitud. ¿Por qué no hacer lo mismo con los negros de la Sierra? Los Viajes,
las conversaciones y la inteligencia de este zambo le permitieron cultivarse y
adquirir cierto prestigio entre los trabajadores de la Sierra coriana, pues
además, era un negro que había vivido experiencias distintas y enriquecedoras,
que el resto de sus iguales. La agitación en que se encontraban los esclavos en
esos momentos hacía la ocasión propicia.
Los acontecimientos
A
finales de marzo de 1795, José Leonardo
Chirino empezó a tramar la conspiración con otros dos negros llamados Cristóbal
Acosta y Juan Bernardo Chiquito. En el mes de abril, de regreso de un viaje a
Coro, informó a sus compañeros que se había puesto de acuerdo con José Caridad
González[6],
quien acababa de llegar de Caracas, y le había ofrecido su apoyo, el de sus
amigos, extranjeros que andaban por la costa y de los negros loangos que él
comandaba. Según informaba Chirino, el plan de José Caridad era tomar a Coro,
invadir Puerto Cabello y luego atacar a Maracaibo, contando con la ayuda de los
corsarios franceses. Luego, quedó demostrado que nada de eso era cierto, pero
Chirino supo utilizar el nombre de José Caridad González –negro de gran
prestigio entre la gente de su raza– levantándolo como bandera.
Ciertamente,
en meses anteriores a la insurrección, se escuchaban rumores que parecen haber
llegado desde la Sierra hacia la población negra de Coro, tal como cita Lucas
Guillermo Castillo Lara:
“las especies que más le llamaron la atención, decía
Jacot, fue lo que le refirió el Cura Párroco, Pbro. Pedro Pérez: antes del
levantamiento se hacían unos bailes o zambas en las que cantaban unos versitos
muy deshonestos y se bailaba mil obscenidades; me acuerdo de una que dice: mas
vale negro con placa, que caveza de blanco: candela arriba, candela abajo saca
la muchacha, corta la cabeza, come los zamuros, beva la aguardiente”[7]
Y otro
vecino llamado Nicolás Coronado le mencionó a Jacot otros versos, que también
se cantaban en los expresados bailes “Candela abajo, candela arriba, muera lo
blanco, lo negro viva…”. De ser cierto estos dos testimonios, nos conduce a
pensar que los negros corianos se burlaban de las autoridades y de la
aristocracia de Coro, al bailar y tocar al son de los tambores y en sus propias
narices pronosticar el alzamiento, aparentemente de acuerdo con los futuros
alzados. Esto se expresa en todo el contenido de las coplas, además planeaban
con anticipación la insurrección y la expansión de las ideas de libertad, desde
la Sierra hasta Coro “candela arriba, candela abajo”.
Así
llegó el domingo 10 de mayo de 1795, con el objeto de no despertar sospechas
los conjurados, bajo la jefatura de José Leonardo Chirino organizaron un baile
en el trapiche de la hacienda de Macanillas, Sierra de Coro; el mismo día en la
noche se trasladaron a la Hacienda “El Socorro”, donde dieron el grito de rebelión. Con los
ánimos exaltados, empezaron a poner en práctica sus planes en la propia
hacienda. Asaltaron la casa y mataron al mejicano José Nicolás Martínez, quien
fue la primera víctima; también resultó gravemente herido Ildefonso Tellería.
Después de saquear la casa, pasaron a la Hacienda Varón, donde mataron a José
María Manzanos e hirieron a machetazos a Doña Nicolasa Acosta. Luego
incendiaron las casas de las Haciendas La Magdalena y sabana redonda. De aquí,
ya en la madrugada, regresaron a El Socorro, donde había establecido su cuartel
general.
Los
blancos huían temerosos a esconderse en los montes; uno de ellos, el joven
Manuel Urbina, logró escapar y llevó la noticia a la ciudad.
En la
mañana del once, José Leonardo Chirino designó comisiones y una de ellas salió
a levantar a los negros de Canire y el Naranjal. La que fue a la cumbre de
Curimagua dio muerte a Don Pedro Tellería y a Pedro Francisco Rosillo. Con algo
más de doscientos hombres –negros en su mayoría–, Juan Cristóbal, uno de los
jefes subalternos de José Leonardo, fue
enviado a Coro, con la firme creencia de que esta ciudad caería fácilmente pues
le habían dicho además de no existir fuerza armada, los loangos con José
Caridad González a la cabeza se unirían. A media noche llegaron a la aldea de
Caujarao y ultimaron a los guardias de la aduana; amanecieron allí esperando al
zambo Chirino.
Mientras
tanto, en la ciudad se enteraron de la proximidad de los insurrectos, la mala
organización y calidad de sus armas. Los habitantes de Coro, encabezados por
los principales ciudadanos blancos: el Doctor Pedro Chirino, Don Diego de
Castro y Don Pedro García de Quevedo,
organizaron y armaron junto con las autoridades, una milicia que traía,
además de otras armas, dos cañones pedreros. Bajo el mando del Justicia Mayor
Don Mariano Ramírez Valderraín, se prepararon para el ataque; en enfrentamiento
con Juan Cristóbal Acosta, murieron veinticinco negros y quedaron heridos
veinticuatro. Ramírez Valderraín, alegre por su triunfo fácilmente logrado,
mando a decapitar a los heridos y prisioneros.
Entre el
12 y el 13 de mayo se completó la derrota a los insurrectos, pues a la pequeña
pero bien armada milicia blanca, se le agregaron las milicias de Indias, que
contribuyeron a perseguir y capturar a los fugitivos de la Sierra. Cuando José
Leonardo Chirino iba a reunirse con los
suyos, supo de la trágica derrota; pretendió entonces reorganizar sus fuerzas
con los negros que huían pero ya no era posible. Ante la proximidad de las
comisiones que subían en su búsqueda, optó por internarse en las serranías.
Es
necesario mencionar que, una vez ocurridos los sucesos, la reacción inmediata
de del Teniente de Justicia Mayor de Coro, Don Mariano Ramírez Valderraín, fue
sofocar el motín por los medios más rápidos y expeditos –obviamente violentos-,
matando de inmediato y sin previo procedimiento judicial a los primeros
participantes apresados. Precisamente, por esto fue criticado, alegándose que
sin conocimiento de causa, sin audiencia ni consulta, su aplicación del derecho
ni la justicia, procediera a eliminar y encancelar a un conjunto de personas
que supuso estaban involucradas e el tumulto.
La
persecución que desató Ramírez Valderraín fue atroz[8].
José Caridad González y dos negros más, apresados al presentarse a ofrecer sus
servicios, fueron muertos el mismo día cuando trataban de fugarse. En los días
siguientes, todos los que cayeron prisioneros fueron ajusticiados. Treinta y
cinco, apresados en San Luis, Pecaya y Pedregal, perecieron a golpe de pistola.
Igual muerte corrieron otros cinco que cayeron en Paraguaná. Veinticuatro
detenidos en la Sierra murieron degollados; a otros los decapitaron. Hasta tres
mujeres (Polonia y Trinidad, esclavas de Doña Nicolasa Acosta y Juana Antonia,
morena esclava de Don Francisco Manzano), fueron condenadas al castigo de
azotes. Sus dueños debían deshacerse de ellas, en el término de dos meses,
vendiéndolas fuera de la jurisdicción.
José
Leonardo chirino y los que le acompañaban, fueron atrapados hacia el mes de
agosto, tres meses después de la insurrección, por Juan Manuel de Aguero en el
pueblo de Baragua y llevados a Coro. Como el juicio de allí se vio complicado
por múltiples acusaciones que involucraban a personas como el Dr. Chirino y al
finado José Caridad González en la insurrección, la Real Audiencia de Caracas
tomó cartas en el asunto y José Leonardo fue trasladado a Caracas para ser
juzgado.
El 10 de
diciembre la 1796 la Real Audiencia de Caracas lo condenó “a muerte de horca
que se ejecutará en la plaza principal de esta capital a donde será arrastrado
desde la Cárcel Real y verificada su muerte, se le cortará la cabeza y las
manos y se pondrá aquella en una jaula de fierro sobre un palo de veinte pies
de largo en el camino que sale de esta misma ciudad para Coro y para los Valles
de Aragua, y las manos serán remitidas a esa misma ciudad de Coro, donde una de
ellas se clave en un palo de la propia altura, y se fige en las inmediaciones
de la Aduana llamada Caujarao, y la otra en los propios términos en la altura
de la Sierra donde fue muerto Don José Tellería"[9]
En la
misma sentencia donde se decreta la muerte de Chirino, se toman decisiones
contra otros personajes presos, fugitivos o familiares de los mismos. La
sentencia ordenaba la libertad y perdón de todos los negros “loangos” que
habían sido apresados; fue en cierta forma una tardía absolución a José Caridad
González, asesinado sin derecho a juicio; por esto no quedó suficientemente
clara su participación o no en estos sucesos.
Otro
decreto importante de esta misma sentencia fue el destino de la familia de José
Leonardo Chirino, siendo sus miembros sometidos a un status particular, puesto
que se trata sólo de esclavos sujetos a un inventario, sino de la familia del
jefe de la insurrección, a la cual había que vender fuera de la jurisdicción.
Crítica Historiográfica
El
hombre no podía ir en contra del orden natural de la sociedad y la debida
obediencia del Rey legítimo, ya que al hacerlo cometía pecado de impiedad, es
decir, estaba alterando el orden que Dios había impuesto en la sociedad, y por
lo tanto, separando a Dios de su propia obra. Cuando un vasallo subvertía el
orden y sustraía la debida obediencia, no solamente iba en contra del buen
orden, sino que también se estaba rebelando contra el legítimo Rey y por
consiguiente contra Dios.
Se
trataba, pues, y como constantemente se dice a lo largo del proceso judicial,
de un delito de “lessa majestad”. De allí la anormalidad del pecado cometido
por José Leonardo y sus cómplices según las versiones de las autoridades. Las
implicaciones políticas y religiosas son inmensas, como era lógico en un reino
en el cual la cabeza gobernante era el “Rey, nuestro señor”.
Ahora
bien, siempre se ha estudiado el motín de Chirino a partir de la versión oficial
dad por las autoridades de la época, siendo la fuente fundamental para hacerlo,
ya que no han sido encontradas otras. En consecuencia, resta esclarecer si, en
realidad, chirino llegó a cuestionar la autoridad del Rey legítimo, cosa que
ponemos en duda. Evidentemente, se trata de un motín que expresa la lucha de
los esclavos por su libertad y la protesta por el pago de los impuestos, lo
cual no equivale a cuestionar la autoridad del Rey legítimo ni mucho menos a
plantear la independencia política de su provincia.
Por
supuesto que, dada su violencia y la evidente influencia de las ideas de la
Revolución Francesa, vía Haití; su insurrección si llevó a una alteración del
orden. La presencia de influencias exógenas conllevó a la politización de los
hechos y a la magnificación de este aspecto de la sublevación por parte de las
autoridades locales, en un momento en el que España era particularmente
sensible a las consecuencias políticas de la Revolución Francesa y se
preocupaba constantemente por evitar una posible influencia de este proceso en
sus reinos del Nuevo Mundo.
Este es
un elemento constantemente en la versión oficial de los sucesos y que influyó
en la tipificación del delito cometido por José Leonardo Chirino, dado que
pareciera ser fatalmente definitiva la pérdida del interrogatorio hecho a Chirino.
Es muy difícil para el historiador interesado en el tema, acceder a la versión
de los amotinados y buscar allí nuevas evidencias susceptibles de ser
confrontadas con la versiones oficiales.
Estas
versiones pasaron a la historiografía venezolana, como expresión de las
primeras manifestaciones de los procesos pre-independentistas venezolanos. No
obstante, es necesario señalar que, si bien no podemos contrastar la versión de
las autoridades (según la cual José Leonardo pretendió alterar el orden y
sustraerse a la debida obediencia al Rey, proclamar la “ley de los franceses” y
“formar República” con la de los amotinados), no es menos cierto que las
consecuencias de los sucesos desbordaron por completo a los mismos, y que la
historiografía venezolana ha encontrado en ellos una de las primeras
manifestaciones importantes de la crisis de la sociedad colonial.
No nos
cabe duda que José Leonardo luchó y se amotinó para conseguir la libertad de
los esclavos –que él no lo era- y para
protestar contra la política del cobro de impuestos implementada poco tiempo
antes, la cual perjudicaba a los pobladores de la zona. No cabe duda que es uno
de nuestros más importantes mártires de la lucha por la liberación de la
esclavitud. Pero no tenemos la misma certeza documental para concluir que esa
lucha pretendió ir más allá, que pretendió cuestionar la autoridad del Rey
legítimo, que pretendió la independencia política, ni mucho menos tenemos la
certeza que la aspiración de aplicar la “ley de los franceses” y “formar
República” en la serranía de Coro, fuera algo más la visión de las autoridades
locales.
Tomado
de: Rebeliones, alzamientos y
movimientos preindependentistas en Venezuela. Ediciones de la Presidencia
de la República, 2001.Coordinadores: Teresa Pinto González-Mike Aguiar Fagundez
[1]Pedro Manuel Arcaya. Historia del Estado Falcón. 1953
* Nota: En la actualidad el
término que debe emplearse es: indígena, para referirse a los pueblos
originarios; y en vez de esclavo, esclavizados.
[2] Mariela Ponce. El ordenamiento jurídico y el ejercicio del
derecho de libertad de los esclavos en la Provincia de Venezuela, p.
12.
[4] Este documento se encuentra reproducido por Miguel
Acosta Saignes en su obra Vida de los esclavos negros en Venezuela,
1984.pp. 380-388.
[5] Ver discurso de incorporación a la Academia Nacional
de la Historia del Dr. Pedro Manuel Arcaya, 1966.
[6] José Caridad González, era un negro “loango”, que
llegó a convertirse en un líder de gran parte de su grupo, gracias a su
inteligencia y habilidad intelectual. Hablaba el francés y además el patúa,
dialecto propio de Curazao. Viajó a Caracas y otras partes de Venezuela, así
como Haití y otras islas del Caribe y también a España, donde fue como
“Procurador” o representante de los negros loangos para defender unas tierras.
José Caridad González no se quiso involucrar en el movimiento de José Leonardo
Chirino no obstante los comprometidos encabezados por Chirino afirmaban durante
la revuelta que contaban con su apoyo.
[7] Lucas Guillermo Castillo Lara. Curiepe, Orígenes Históricos.1981.
[8] Manuel Vicente Magallanes. Historia Política de Venezuela.
p. 120
[9] Pedro Manuel Alcaya. La insurrección de los negros en la serranía de Coro en 1795,Discurso de Incorporación, 1966.